La escritura sirve entre otras cosas para precisar el mundo y descubrirlo. Preguntarnos por inquietudes y advertir dónde estamos metidos.
Para eso sirve de vez en cuando. Por eso escribir puede salvarnos.
Salvarnos de algunas cuestiones, que pueden ser menores o mayores.
Pero salvarnos al fin.
Quizás detenerse en la hoja en blanco es una oportunidad para eso. Para indagar, percibir y advertir. Con ánimo de poder incidir en la realidad y cambiar las cosas. Una instancia más virtuosa que la enojosa queja o protesta que embandera el desencanto.
Salvo que tenga una finalidad productiva. Transformadora. Continuar leyendo