Pocas síntesis deben producir más daño que las que se instalan en algunas subjetividades y permanecen como verdades inquebrantables. Como si fueran realidades que no se pueden cuestionar.
Todos estamos presos de esas verdades que de algún modo nos tienen y delimitan nuestra forma de ser y obrar en el mundo. Por eso es conveniente tratar de percatarse de las ideas directrices que asumimos para resolver la conveniencia de sostenerlas, abandonarlas o reformularlas.
Debe ser por eso que cuando uno pierde el sentido crítico o lo rechaza por propia convicción, corre el riesgo de quedar preso de creencias o perspectivas que guían su accionar.
De ahí que hay que estar atento a las ideas propias y a las que prevalecen en la sociedad porque todos somos luego quienes vivimos con sus consecuencias.
¿Divide y reinarás?
¿Quién dijo esa suerte de verdad irrevocable?
El debate está abierto y se dice que la frase original es de Julio César, que en realidad afirmaba “divide y vencerás”. Pero luego Maquiavelo en el libro “El Príncipe” adopta el concepto “divide y reinarás”, por eso se le suele atribuir la frase.
Es decir, es una interpretación de una persona. Una conceptualización personal sustentada por un individuo que interpreta, que bien puede ser contraria a otras interpretaciones de otros individuos que interpretan.
¿Se conoce algún estudio científico que sustente esa aseveración?
Dudemos, porque en la duda reside la posibilidad de reflexionar y en esa actividad emerge la inteligencia. La actitud de cuestionar lo cierto para poder superarlo.
Quizás el problema mayor con esta perspectiva es que la creencia incide en la realidad. Y concebir la idea de división como virtuosa o conveniente para lograr ciertos fines, supone enfrentar unos con otros y precarizar así al ser humano y la calidad de vida en la sociedad. Continuar leyendo