Por: Mauro Gago
La fuente mítica de la palabra anfitrión:
Luego de conocer el origen auténtico de la denominación del Arco Iris y de la despectiva acepción que se tiene por la palabra Harpía, prometí ser un buen anfitrión para con ustedes, mis invitados del blog.
En muchas oportunidades hemos sido anfitriones en nuestras casas, ya sea por el festejo de cualquier tipo de aniversario o simplemente como respuesta al deseo de agasajar a quienes apreciamos. Asimismo, en otras ocasiones, los agasajados hemos sido nosotros y seguramente juzgamos como buen o mal anfitrión a quién nos convocó a una determinada reunión.
Ahora bien, la palabra anfitrión hace referencia a un personaje de la Mitología Griega (por supuesto llamado Anfitrión) que se había enamorado perdidamente de una hermosa mujer de nombre Alcmena, hija del rey de Micenas, en Argos. Dicho rey, Electrión, entró en guerra con el pueblo de los Tafios y decidió dejar al mando de su reino al joven Anfitrión durante su ausencia. Al finalizar el conflicto, el rey Electrión regresó victorioso, a pesar de perder a sus dos hijos varones en la contienda, y organizó unos juegos de caza para celebrar el triunfo y para homenajear a sus difuntos hijos. Era ésta una práctica que resultaba habitual en los pueblos griegos de entonces. Lo cierto es que durante la caza, Anfitrión arrojó su lanza contra un toro, con tal mala fortuna que ésta se desvió en un árbol y alcanzó el cuerpo del rey, matándolo en el acto. Por este crimen, el rey de Argos tomó el control de Micenas y desterró a Anfitrión y a Alcmena, acusándolos de magnicidio. Luego de deambular durante muchísimos meses por distintas tierras y sufrir la ausencia del sentido de pertenencia, Anfitrión prometió a su amada conquistar el reino de los Tafios para paliar la tristeza por la pérdida de su familia y por el destierro. En efecto, emprendió la guerra con mercenarios que fue reclutando por los pueblos y así logró derrotar finalmente a los asesinos de sus cuñados. Para festejar la victoria, Anfitrión organizó en su flamante reino un banquete sin precedentes en toda Grecia, invitando a una cantidad innumerable de hombres, mujeres y hasta a algunas divinidades, entre las que se encontraba Dioniso, dios del vino y la lujuria. La comida era abundante pero también lo era el vino que servía el dios, por lo que Anfitrión y Alcmena quedaron totalmente borrachos y profundamente dormidos. Advirtiendo semejante ocasión, el semental Zeus, dios de dioses, se transfiguró en el propio Anfitrión y casi sin meditar su perverso plan, despertó y sedujo a Alcmena. La reina, creyendo que se trataba de su esposo, accedió a hacer el amor con el dios, que al consumar su cometido desapareció a la velocidad del rayo. Al recobrar Anfitrión el sentido, sintió ganas de poseer a su esposa, por lo que también intimó con ella.
A cabo de nueve meses, Alcmena tuvo mellizos: a uno de ellos lo llamó Alcides (luego devenido en Heracles o Hércules para los romanos) y al otro lo nombró Íficles; siendo el primero y más fuerte hijo de Zeus y el segundo y más débil hijo de Anfitrión…
Como corolario, debes saber que para ser un buen anfitrión no sólo hay que prestar un excelente banquete o servicio a tus invitados, sino también evitar tomar mucho alcohol para poder vigilar muy de cerca a tu mujer…