Ocuparse de uno, es la mejor manera de ocuparse de los hijos.
Es permanente, uno ve y escucha por todos lados a padres y madres que exigen que sus hijos logren, que sus hijos tengan, que sus hijos disfruten…de lo que ellos mismos no pueden o no han podido lograr, tener o disfrutar. Esa búsqueda desmedida de realizarse en los hijos, ese “hace vos lo que yo no puedo o pude hacer” genera daño, es así. El chico o adolescente capta (percibe desde su inconsciente /consciente) que esos padres dicen y exigen desde un lugar raro…confuso, lo notan, se dan cuenta.
Que haga deporte, que ame; que estudie y sea exitoso, que sea músico… ¡que disfrute de la vida! Que sostenga sus pasiones; nada de eso tiene llegada a un hijo si sus padres no transitan la vida desde ese lugar que indican transitar ¡pero nada, eh! En cambio, si el niño respira desde chico que sus padres ríen, que tienen y sostienen sus pasiones, que son curiosos, que están vivos y que disfrutan medianamente de la vida, eso es lo válido, ¡eso es lo que llega! Eso es lo va a influir en el niño cuando sea adulto. Porque tiene modelos y ejemplos de que la cosa pasa por ahí.
Lo que llega es la coherencia entre lo que digo y lo que hago. Uno ve a decenas de adultos por ahí, por la vida, en el consultorio… sin pasiones, sin algo que los encienda; sin mucho entusiasmo por nada, y cuando empieza el proceso de exploración, siempre llegamos al mismo punto “mis padres eran así: a mí me exigieron a hacer de todo, pero ellos están y estuvieron siempre apagados, sin muchos proyectos, sin mucha vitalidad o en toda caso su proyecto soy o fui siempre yo”. A veces a los hijos les cuesta mucho autorizarse a ser felices si sus padres no lo han sido, les genera culpa. Ayer un paciente me decía: “el sentido de la vida de mis padres siempre fuimos nosotros, yo y mi hermana, sin nosotros…no hay ellos, no son nada”. ¿Vaya peso no?
Por eso digo que ocuparse de uno, es la mejor manera de ocuparse de los hijos. Vivir, tratar de dar lugar a nuestras pasiones, salir con amigos y disfrutar de la amistad, del deporte, de tocar la guitarra, de la naturaleza; leer, ver cine, seguir jugando al tenis o al fútbol o al ajedrez; disfrutar de un oficio…de ir a pescar a Chascomus: es decir, lo que sea. Pues un chico se desarrolla y va hacia las pasiones y disfruta de la vida si lo ve, si respira eso. El ser humano “imita”, somos -en primera instancia- pura imitación. Si a un bebe de ocho meses lo saludamos con la mano, el bebe hace lo mismo con la suya, imita el movimiento, pero no sabe o entiende el concepto de “saludar”, imita. Con las pasiones y con las ganas de vivir, la cosa es igual.
A padres vitales, hijos vitales y con intereses y curiosidad y con capacidad de trabajo. Los niños construyen su ser, su personalidad o su carácter (o todo eso junto), tomando “ejemplos de sus otros primarios”, y luego secundarios, de sus modelos. A mí por ejemplo, entre otras cosas, me gusta escribir. Bueno: yo toda mi infancia vi sentado a mi abuelo y a mi padre y a mi madre escribiendo, esa escena era algo medio mística para mí, los veía ahí, en silencio, sentados sobre su máquina de escribir, concentrados… bueno: jamás me dijeron que escriba o que lea, pero sí los veía a todos ellos hacer eso. Hoy, naturalmente lo hago, y lo disfruto: “yo soy ellos”. La cosa va por ahí. No exijan a sus hijos nada (sí las cosas fundamentales y relacionadas con los límites), digo: que usen cubiertos para comer, que usen el inodoro en vez del living, que vayan al colegio etc. etc.); pero no les pidan mucho, sólo hagan ustedes por ustedes, de esa manera les estarán dando el mayor capital para disfrutar de este asunto de estar vivos. No piensen tanto en ellos, piensen más en ustedes ¿suena a una exaltación del narcisismo de los padres no? Por supuesto que hay que ocuparse, estar atentos e incentivar si vemos que en el niño surgen intereses, y hasta podemos proponer y estimular, pero lo que llega, lo que va a servir, es lo que ellos vean. Y eso tiene que “ser” y no “parecer”.
También pueden vernos mal ¿Por qué no? en la vida pasan cosas, podemos pasar malos momentos: económicos, de pareja, cosas dolorosas…la vida. Pero el asunto es que ellos perciban la actitud de reponernos, de resolver los conflictos, de ponernos bien. Esa es la mejor escuela. Por supuesto que con los niños tenemos que usar ciertos filtros: sobreinformarlos de los problemas de la vida adulta, no suma, pues mucho no comprenden ni les haría bien tampoco. Ocupémonos de nosotros, por supuesto que las responsabilidades con los hijos están por sobre nuestro narcisismo. Pero podemos conciliar lo nuestro y lo de ellos.
Los hijos son soberanos, tenemos que tener -hasta cierta edad- autoridad sobre esa soberanía, no hay que temer tener autoridad: pero luego, compatriotas…los hijos son del mundo…que emprendan su viaje tranquilos, con libertad, pues sus padres… hacen la suya… y la pasan bien -también- sin ellos.