Hablemos claro: “No hay cura, hay recuperación”
“No pude licenciado, es mas fuerte que yo, volví a tomar y a fumar, estoy harto de esto, es el cuento de la buena pipa”
“Me salió el demonio de vuelta, volví a consumir, no pude parar, es más fuerte que yo, me siento pésimo”
Frases así se escuchan diariamente en los consultorios. Todo sujeto gobernado por una adicción sufre y tiene un gran desgaste psicológico por esa lucha interna que siempre pierde frente a la sustancia. Ese combate se convierte en algo muy agotador que se suma a la enfermedad de la adicción en sí misma. Ahora bien: estas frases, que cito arriba, son de personas que medianamente aceptan que tienen problemas de adicción, cosa que es difícil pues señores: la característica central del adicto es que niega que tiene un problema de adicción. El sujeto desmiente que realmente tenga un inconveniente con las drogas, alcohol o el tabaco; puede aceptarlo de la boca para afuera, pero -en su interior- tiende a pensar que lo puede manejar: “yo no soy adicto” “yo soy diferente”.
Toda persona que termina consolidando una adicción, en algún momento, tal vez sí pudo controlarla, hasta que ya no. Igual pensemos que en esto de “manejo mi consumo” también hay un costo para la salud mental y física. Se puede consumir esporádicamente drogas y alcohol en exceso y no ser un adicto, pero se paga un costo también; digo: luego de una noche de euforia química y excesos de todo tipo, hay una fase depresiva tóxica posterior muy fuerte. Es decir, los “placeres” que dan las drogas, el alcohol o el “puchito” después de comer, tienen un costo alto, eso no hay duda.
“Licenciado, es más fuerte que yo”. Sí, de eso se trata. En las adicciones el YO (la persona), con toda su voluntad, no puede frenar esa fuerza interna que sale y lo lleva a volver a fumar, a tomar o a consumir lo que fuere. Ese objeto a ser consumido (cualquier sustancia) es más fuerte que la voluntad del YO de no consumirla. ¿Se entiende? Entonces: “Quiero dejar el alcohol, o el cigarrillo, la droga” etc.; pero “mi YO es débil para con eso, mi voluntad se quiebra”. El YO del sujeto es gobernado por ese impulso interno. Bien, ese mecanismo que intento explicares es la adicción, tan simple y tan complejo a la vez. Mucha es la gente que aparentemente maneja su consumo, pero – desde lo psicológico – esa sustancia…el momento de consumirla, la manera de consumirla… ocupa parte importante de su vida cotidiana y de sus pensamientos y de sus hábitos de vida. Un adicto no es solo el que consume todos los días tal o cual cosa en cantidades gigantes, no: el tema es la dependencia psicológica -no solo la física- que la persona arma alrededor del consumo. Es decir: hay sujetos que solo consumen un poquito cada noche y raramente se exceden, otros que consumen solo los jueves a matarse, eso no anula que no tengan algún tipo de problemática adictiva.
Ahora bien, la experiencia muestra que una vez que un sujeto consolida en su personalidad una adicción (hablamos de una adicción franca) no hay vuelta atrás; es muy difícil que un adicto al tabaco luego de 3 años de dejar de fumar vuelva a hacerlo y solo fume un “puchito” los martes después del partido. Es estadístico que ese sujeto -a la larga o a la corta- vuelva a fumar desenfrenadamente sin poder parar. Lo mismo para un drogadependiente o alcohólico. Por eso -a mi criterio- una vez que hay adicción, la única “cura” conocida es dejar totalmente el consumo. No ha cura, hay recuperación. La adicción es una enfermedad crónica, pero con consumo o sin consumo. La experiencia de miles de personas con esta problemática muestra que son muchos los que luego de pasar largo tiempo sin consumir absolutamente nada, vuelven a consumir creyendo que lo “van a poder manejar” y terminan consumiendo de maneras destructivas e impulsivas otra vez. La negación de la que hablábamos antes, hace que la persona subestime a esa fuerza impulsiva que tiene dentro de sí (que es su enemigo interno) y vuelve a caer…y hasta peor aun. También hay personas que consumen toda la vida con momentos de mayor o menor intensidad, lo naturalizan, simplemente viven así, se bancan los costos y no se cuestionan nada. Pero eso no anula que no tengan algún problema con eso.
Los psicólogos podemos hacer mucho para que las personas tomen conciencia de este problema, para que constituyan la famosa “conciencia de enfermedad”, que es el primer paso, admitir que se es adicto. Pero los profesionales no podemos solos contra fuerzas tan intensas como las que se ponen en juego en los mecanismos adictivo-compulsivos. Lugares como Alcohólicos Anónimos (AA) o Narcóticos Anónimos (NA) son un buen aliado del terapeuta. Hay miles de dispositivos para la “cura” de las adicciones, desde la religión hasta las pastillas (el chaleco químico) o las internaciones… a mi criterio estos grupos de autoayuda son los más efectivos; pero creo que tienen que ir acompañados y combinados con una buena terapia para que el sujeto entienda el por qué tiene el problema que tiene, pero psicólogo… solo, para las adicciones, no camina, no alcanza, sería un acto de omnipotencia de nosotros, de creer que podemos con eso en un cuerpo a cuerpo con el paciente. Es psicoterapia más grupos tipo AA o NA. Esa es mi convicción. Eso no anula los otros caminos: hay personas que se internaron y les salió bien, otras que se llenaron de pastillas y también anduvo: pero, a mi criterio, son los menos. En general los que toman esos caminos…no salen. Si bien las estadísticas de recuperación no son muy alentadoras, es muchísima la gente que sale, es numerosísima la gente que logra entender que el “disfrute” que se pone en juego en el consumo… es muy costoso, son muchos los que aprenden a disfrutar la vida intensamente y con mucho placer sin tener que consumir nada. Valerse de algo externo (sustancias) para cambiar el estado de ánimo interno, es algo complejo ya en su fórmula, puesto que, en definitiva, son placeres de “uno mismo disfrutando de ese estado mental que pasa dentro de uno”, no es disfrute con otros, ahí no hay otro.
Hay diferentes tipos de placer y disfrute, en general estas búsquedas de placer, a la larga, empobrecen un poco a la gente, puesto que muestran que lo que está en juego es cierta incapacidad de disfrutar más con otros, o de otras cosas… sexualidad, proyectos, amor etc. Lo que pasa es que el ser humano se acostumbra a todo ¿vieron? se puede acostumbrar a vivir pésimo, o a vivir bien también. Pero para vivir bien, y para los placeres asociados a cosas que no tienen que ver con consumir “eso” que me modifica el estado mental, hay que tomarse más el trabajo, no es tan fácil. Puede llevar años acceder a disfrutar de ciertas cosas de la vida. Esa es la cuestión. El circuito que se pone en juego en los placeres inmediatos del consumo es simple. Es la lógica del todo YA. El contraste es muy grande en relación a los otros placeres que cuestan más.
No es una cuestión de sustancias fuertes o débiles, no pasa por allí: las drogas erosionan el “alma” humana, bestializan a los hombres, sacan lo peor de mucha gente y matan: de diferentes maneras; pues la vida de los adictos es un gran desorden, en donde se cometen un sinnúmero de imprudencias e irresponsabilidades que ponen en juego la propia vida o la salud…de uno y de otros. Es una enfermedad, bien, pero yo soy responsable de curarla. Si a mí mañana me agarra un cáncer de páncreas y…mucho no puedo hacer con eso, me tocó y ya: puedo cumplir a rajatabla con las quimio, tomar los remedios, ser responsable con el tratamiento…pero mucho no puedo hacer. En las adicciones es diferente: depende de mí, la cura está al alcance de mi mano, es solo detener el consumo, y eliminar la adicción activa. ¿Se entiende? Digo: si, es una enfermedad, pero que me la puedo sacar de un día para otro dejando el consumo, luego sigue el larguísimo camino de la recuperación, pues las personas quedan muy mal después de tantos años de martillarse la cabeza sistemáticamente cada día. Apostemos a la vida, y recordemos: somos responsables de la “cura”.