Por: Nicolas Lafferriere
Uno de los temas controvertidos del nuevo Código Civil y Comercial que entrará en vigencia en agosto de 2015 es el referido a las decisiones de los adolescentes en torno a su salud.
En efecto, para el nuevo Código, es adolescente la persona que cumplió 13 años. Así, en el artículo 26 se establecen una serie de actos vinculados con el propio cuerpo para los cuales los adolescentes pueden actuar sin necesidad de consentimiento de sus padres. Veamos:
Actos no invasivos: Según el artículo 26, “se presume que el adolescente entre trece y dieciséis años tiene aptitud para decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su estado de salud o provocan un riesgo grave en su vida o integridad física”.
Actos invasivos: según el mismo artículo, “si se trata de tratamientos invasivos que comprometen su estado de salud o está en riesgo la integridad o la vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus progenitores”. Si hubiera “conflicto entre ambos” ello “se resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la base de la opinión médica respecto a las consecuencias de la realización o no del acto médico”.
Adulto desde los 16 años: continúa el nuevo Código afirmando: “a partir de los dieciséis años el adolescente es considerado como un adulto para las decisiones atinentes al cuidado de su propio cuerpo”.
Es decir, desde los 13 años los adolescentes podrán decidir la realización o no de actos no invasivos y desde los 16 todos los actos relativos a su propio cuerpo.
Al respecto, si bien es sumamente positivo que se conozca la voluntad del adolescente y que pueda participar activamente en las decisiones concernientes a su salud, resulta problemático que se excluya a la familia de tales decisiones y se introduzcan permisos legales de actuación al margen de los padres, pues ellos siguen siendo quiénes mejor conocen a sus hijos y quiénes mejor pueden ayudarlos en el camino de formación y crecimiento, que también implica lo relativo a su salud. Las políticas de salud que afirman “empoderar” a los niños, en realidad pueden significar que ellos queden mucho más solos al momento de tomar decisiones, sin la madurez suficiente para comprender todo lo que puede significar un acto médico. Campea en estas materias una desconfianza hacia los adultos que sólo introduce dinamismos de conflicto al interior de las familias y desconoce la realidad social argentina.