La política de EEUU no está exenta de puterío.
A pesar de que alrededor del mundo se tiende a endiosar a la democracia norteamericana y cada presidente electo – alabado o denostado – es sometido a una suerte de apoteosis al momento de llegar al Salón Oval, en Washington DC se tranza, se miente, se intimida y se cholulea como acá.