Por: Adrián Bono
La política de EEUU no está exenta de puterío.
A pesar de que alrededor del mundo se tiende a endiosar a la democracia norteamericana y cada presidente electo – alabado o denostado – es sometido a una suerte de apoteosis al momento de llegar al Salón Oval, en Washington DC se tranza, se miente, se intimida y se cholulea como acá.
Hay políticos de raza que nacieron para ser líderes y otros circunstanciales que alcanzaron un lugar de poder sin buscarlo. Hay leyes dignas de ovación y otras dignas de reprobación. Campañas admirables, campañas olvidables.
Hoy la sociedad de Estados Unidos está fuertemente polarizada, incluso más que en otros países ya que cuentan con un sistema bipartidista. O estás de un lado o del otro. O sos conservador o liberal (“liberal” es como allá se le dice al progresista). Republicanos vs. Demócratas y religión vs. Secularismo.
Esta división lleva a que la política de EEUU se encuentre empantanada y avance a paso de tortuga, con representantes de ambos partidos en lucha constante por cumplir con las promesas que hicieron durante la campaña y que no pueden darse el lujo de postergar.
Lo que analizo en este blog no pasa por un sentimiento de anti-americanismo ni mucho menos. Todo lo contrario. Tengo una obsesión malsana con la política norteamericana que surge de mi profunda admiración por esa habilidad que tienen de caer siempre parados (bueno, excepto después de la Guerra de Irak) y terminar cada frase con “y por eso somos el mejor país del mundo”.
Relatos que parecen surgidos de películas de espías contemporáneos a la Guerra Fría, polarización de medios, la teatralización de la política y esa delgada línea entre gobierno y cultura pop, son algunos de los temas que voy a tocar para ayudar a entender por qué el sistema de gobierno de EEUU es como es y toma las decisiones que toma ya sean buenas o malas.
En Argentina, usualmente la queja contra el gobierno viene acompañada de la frase: “esto pasa sólo acá”. Pero lo cierto es que no. Pasa acá. Pasa en China. Y pasa también en Estados Unidos. Después de todo, como dijo Maquiavelo, lo que importa a la hora de hacer gobierno no es decir la verdad, sino que la gente te crea.
Bienvenidos.