Por: Mariana Skiadaressis
Hace cuatro meses que vengo facturando bien con mi trabajo freelance como para pagar las cuentas correspondientes a mi vida y a la de bebé: luz, gas, agua, teléfono, Internet, celular, ABL, expensas, tarjeta, monotributo, pañales, leche, prepaga, supermercado, etc. Pero qué pasa: ya estoy viendo que vienen unos baches en los que voy a tener que hacer malabares para sostener todo.
De la irregularidad propia del freelanceo, me indigna la regularidad con la que hay que pagar el monotributo. Mientras facturo todo bien, ¿y mientras no facturo? Muchos freelancers dejan de pagar cuando tienen lagunas laborales y se endeudan con AFIP acumulando intereses ad infinitum. Si una persona sin trabajo genera una deuda relacionada con una ganancia que no está percibiendo, la situación se vuelve injusta.
En Estados Unidos (país al que no banco ni ahí pero esta es una buena idea) existe una organización llamada Freelancers Union, que si bien no tiene estatus de sindicato porque no reúne todas las condiciones legales para ello, provee seguro de salud, abogados gratuitos y otros beneficios a empleados en relaciones laborales no tradicionales.
En Argentina existe un vacío legal en torno a la protección de los monotributistas, que finalmente no somos más que trabajadores precarizados (aunque nos resulte cool llamarnos freelancers). No sé nada de economía ni de políticas impositivas, pero creo que en la medida en que la fuerza de trabajo independiente crece, es necesario que el Estado se ocupe de generar nuevas leyes que la protejan.