A esta altura, la plaza se transformó en mi segundo hogar. Casi casi que formo parte del paisaje. Además de jugar en la arena, en subibajas y toboganes, miro, observo, analizo. Y, como amante de la moda que soy, una de las cosas que más me llama la atención es la ropa de los bajitos.
¿A dónde quedó el celeste para los varones y el rosa para las mujercitas? ¿Dónde fueron a parar los bombachudos, los conjuntos de hilo o piqué, los vestidos de punto smock y las botanguitas? La moda infantil evolucionó. Y mucho.