Amo el invierno. Bah, lo amaba. Hasta que fui mamá. Es que, cuando empezaba a disfrutar del primer frío, llegaron los mocos y la tos, el catarro y la fiebre. Y arrancó una catarata de virus y bacterias imposible de parar.
Amo el invierno. Bah, lo amaba. Hasta que fui mamá. Es que, cuando empezaba a disfrutar del primer frío, llegaron los mocos y la tos, el catarro y la fiebre. Y arrancó una catarata de virus y bacterias imposible de parar.