La calidad del espacio público incide en forma directa sobre el uso que se le da. El uso del espacio hace a nuestra apropiación de él. Al hacer un recorrido caminando tendemos a apropiarnos más del lugar que si nos desplazamos en auto. El “slow motion” hace que veamos cada detalle y persona. Las ciudades pensadas para el peatón son compactas, sostenibles, cuentan con espacio público cualificado (de calidad) y son saludables, porque desestimulan la actividad sedentaria y son más amigables con los no-videntes, ancianos y niños, por ejemplo.