Por: Claudia Peiró
“París bien vale una misa”, dijo Enrique IV (Henri IV), el rey que se convirtió al catolicismo para unir a los franceses y lo pagó con su vida. Otro día hablaré de este personaje fascinante cuyo mejor biógrafo fue el alemán Heinrich Mann, hermano de Thomas -quizá por eso de que nadie es profeta en su tierra.
Pero a los argentinos, ¿por qué nos atrae tanto París?
Quizás por un origen “genético” común, ya que nuestro “Padre”, José de San Martín –“afrancesado” por formación-, la eligió para pasar sus años de exilio y hasta dijo en francés sus últimas palabras.
Quizás porque Carlos Gardel nos vino de allá y allá lo recordamos, en el momento más alto de su fama, imponiendo la impronta del tango como una cultura común. Porque, morocho y argentino, fue “rey de París”.
Quizás también porque Atahualpa Yupanqui, paradigma de nuestro folklore, gozó allá de reconocimiento y allá murió. Porque, de Cortázar a Jairo, son incontables los argentinos que se consagraron en la capital francesa.
Y por ese “París con gabán de pizarra” que nos cantaba María Elena Walsh.
Quizás por el impacto que, en la década del 60, produjeron figuras como las de Alain Delon o Brigitte Bardot, paradigmas estéticos de los argentinos de entonces.
Por la arquitectura del Buenos Aires más lindo, por el diseño de sus parques, por Charles Aznavour cantando en castellano, por el inconfundible Citroën que todavía sobrevive en nuestras calles y porque hubo un tiempo en que en nuestros colegios se estudiaba tanto o más el francés que el inglés.
Voy a escribir aquí sobre todo lo que nos unió y nos une, todo lo que nos atrae e interesa de París y de Francia a los argentinos.
Y quién sepa en qué lugar de la capital francesa fue tomada la fotografía junto al cartel “AVENUE SAN MARTIN” –homenaje al Libertador- merecerá el título de connaisseur…
La respuesta en algún próximo post…