Por: Damián Blanco
Me veo en la obligación de analizar la participación de Nacha Guevara en Bailando por un sueño. Estaba lejos de mis planes escribir sobre el rol de la actriz en ShowMatch. Pero si hay algo que me disgusta es que la soberbia devore a los artistas.
Quiero aclarar que expondré tan solo mi opinión, experiencia y memoria. También quiero advertir que no es mi intención defender a Matías Alé, ni a Vicky Xipolitakis. Para nada. No serán los entretelones del certamen más visto de la televisión, tema de análisis de este post.
La protagonista de obras como “Hamlet”, ”El graduado”, “Eva: el gran musical argentino”, “Cómo hace esta mujer?!”, “Tita, una vida en tiempo de tango” (por citar algunos) incursionó como jurado en la televisión en 2013 – año en el que Marcelo Tinelli no estuvo en la tv – , de la mano de Mandarina Producciones en El artista del año, el ciclo que conducía Mariana Fabbiani por la pantalla de El Trece.
En ese entonces se mostraba, en ese rol, igual que ahora. Lejos de ser una “mentora”, como preferían definir la función de la actriz dentro del programa. Su juego mediático el mismo que el de ahora: criticar al aspirante sin posibilidad a réplica. Su mirada entendida como “la verdad absoluta”. Hasta llegó a discutir al aire con la conductora por darle la posibilidad de expresarse a aquellos que no quedaban seleccionados y habían sido destrozados por la jurado.
Era parte de un programa que apenas alcanzaba los dos dígitos de audiencia (incomparable con los números de ShowMatch) y – hay que reconocer - su actitud era coherente. Estaba en un ciclo de talentos en el que, por primera vez, la exigencia estaba puesta en función del leitmotiv del concurso: encontrar a una personas con cualidades notables, dignas de un “artista”.
En declaraciones a los medios, Nacha defendía su tenacidad haciendo referencia al formato de El artista del año, a la razón por la que había aceptado formar parte. “Se busca una persona integral, que cante, baile y actúe. Un artista no se hace en un día”, decía. Pero también, vale recordar, se diferenciaba de los concursos de Marcelo Tinelli en la pantalla chica. “Ver la experiencia de Antonio Gasalla en Showmatch me sirve a mí también. Yo no podría estar ahí, ellos tienen un concepto muy claro”, aseguraba a principios de 2013 en diálogo con Jorge Lafauci por Radio 10.
Es cierto, los tiempos cambiaron. Ella también, al menos, en lo discursivo. Tal vez por vivir la experiencia de trabajar con el número uno de la televisión, quizás por la explosión que genera estar en el programa de mayor rating o, a lo mejor, por dinero. Sea cual sea la razón, Nacha se sentó en la silla de jurado. Con la diferencia que ahora ya no busca un artista aunque siente que lo sigue haciendo y se deja ganar por la soberbia.
Antes de ser elegida por el número uno de Ideas del Sur para ser parte de su programa (mucho antes de lo que hoy significaría entrevistarla), me acerqué a ella y, reconociendo el tamaño de su figura, le pronuncié mis intenciones de entrevistarla. Le propuse hablar sobre su carrera, su trayectoria, sus espectáculos más importantes. Me delegó con alguien, quien a su vez, meses después me delegó con quien – según entiendo – es su representante y se me trasmitió lo siguiente: “Nacha por el momento no está dando entrevistas. Vamos a realizar una conferencia de prensa de su próxima obra”. Ahí terminó mi gestión.
Sin dudas, Nacha Guevara es una de las mejores actrices de nuestro país. Ha trabajado en teatro, cine y televisión. En Estados Unidos, México, España, Venezuela, Colombia, entre otros. Galardonada en dos ocasiones con el premio Konex y con dos Martín Fierro. Y, más allá de eso, su voz y su versatilidad actoral definen lo que es. Lo único que le pido es que no se deje llevar por la soberbia, que no es buena consejera.