Por: Adriana Lara
#ProyectoPibeLector es un blog de ficción.Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
58. Anhedonia
En ese estado, lo sabemos todo. El tiempo no existe y no hay apuro alguno para realizar la elección. A causa de una razón que aquí no debe ser revelada, la única restricción que existe es parental: sólo podemos experimentar la vida guarecidos por las ramas de nuestros árboles genealógicos. Por ejemplo: se puede elegir ser hijo, hija, madre, tío, durante una vida. Y a la siguiente, cambiar: ser madre de quien era tu madre, hija de quien eras hijo, y así. Esta regla, que escrita puede parecer limitante, no lo es: las genealogías de espíritus son inconmensurables.
En ese estado, el objetivo está a la vista. Uno tras otro, con una espontaneidad divinamente calculada, nos manifestamos ante el Portal. Reflexionamos ante la meta y elegimos orientados según cada personal y único estadío. Por ejemplo: “Esta vez deseo nacer prematuramente, ocasionar el fallecimiento de mi madre y morir joven”, o “Esta vez deseo ser estéril y adinerado”, o “Esta vez deseo una vida larga, plagada de enfermedades dolorosas”, o “Esta vez deseo vivir ante una ventana que permita ver el mar”.
Son pocos los que se atreven a desear la ancianidad.
Son muchos los que desean circunstancias vanas.
Hay quienes no desean nada, pero son los menos. Cuando eso sucede, apenas cruzan el Portal hacen un chasquido prácticamente imperceptible y se desintegran para siempre. (Esos son los que ocasionarán la extinción de la humanidad, pero no pueden ni siquiera desear evitarlo).
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