Tropezar con la misma piedra

#RespiroTV

Ese afán injustificado por querer asignarle glamour, impronta cool o prestigio a determinados ciclos cuando la pretensión del público es escasa, medida, casi nula, resulta una novela repetida. Por cada programa que se estrena, hay un productor que convoca a una “extraña” figura, que luego se va porque no encaja, no resulta. La pregunta es: ¿para qué si no sirve?

El de Gasalla es el caso más emblemático de los últimos tiempos. Convencido Tinelli de que esta vuelta le iba a ganar la pulseada a Susana Giménez, bregó y bregó por cerrarle un contrato al capocómico cuando a priori ya se dilucidaba que era demasiado estrella para un show basado en lo que surja, lo que rinda, lo que mida.

Un show -”ShowMatch”- donde no se respetan las jerarquías y en donde si la cámara se enamora de un productor del montón o de un integrante de la tribuna, no habrá trayectoria, ni cachet que valga.

Por este motivo, el paso del creador de “El Palacio de la risa” fue para el olvido. De principio a fin estuvo incómodo, desubicado, tenso, poco simpático. Nunca se adaptó a los tiempos del show y su salida fue apresurada y sin luces.

No obstante, esta obsesión de Tinelli por convocar figuras caras que no le rinden al aire, pero lo reconfortan como productor, viene de largo, y fue demostrado cada vez que sumó a las filas del “Bailando” gente de gama internacional, tales los casos de “La Cicciolina”, “Tyson”; etc.

Pero no es el único, y ejemplos sobran y sobran. Se me viene a la cabeza la incorporación de tiempo efímero de Carlos Polimeni al debate de “Gran Hermano”, de Gladys Florimonte a “Desayuno americano”,  de Daniel Aráoz a “Animales sueltos”,  y así podríamos hacer un papiro de extensión indefinida.

Las últimas novedades arrojan, por lo menos para mí, tres casos para el análisis. A saber:

*Nacha Guevara: No se puede decir que no funciona para el show (que no es tal, pero bue) de “El artista del año”, por el contrario, sirve y mucho. Es de lo único que se habla y eso hay que admitirlo. Pero por fuera del personaje que, seguramente de forma involutaria, fue pergeñando, su presencia incomoda. No entiende las reglas del ciclo, deja en orsay a Mariana Fabbiani, les critica a los participantes cuestiones que no tienen que ver con su elección (estilos, músicas, ritmos) y le quita al ciclo todo atisbo de emoción y alegría.

Comenzó su participación diciendo que “no me gustan los imitadores”, aniquilando las posibilidades de todos aquellos que habían sido seleccionados “por hacer bien de otros”. Nunca le puso onda a sus devoluciones y, sobretodo, puso en aprietos a la conductora de gran sonrisa.  A diferencia de Gasalla, Nacha no pasa desapercibida, pero su malhumor, su desaprobación constante y sus críticas repetidas, ¿le hacen bien a este programa? No lo creo, no lo sé, es pregunta.

*Valeria Gastaldi: Fue la incorporación más extraña del panel de “Intratables”, el nuevo ciclo de “América”. Comparada con el resto de sus compañeros (todos bichos mediáticos), se presumía evitable su paso por el ciclo. Y así fue. Nunca se halló, sufrió cada tape escandaloso, nunca se animó a jugar en el “circo”, opinó escuetamente y se fue cómo llegó. En síntesis: una chica de la alta sociedad, más naif que bulliciosa que quiso probar, pero se dio cuenta que prefería cantar en “Las Grutas”.

*Tamara Pettinato: Se anunció como aporte de “Dale la tarde” bajo el mote “actualidad”, cuando todavía se pretendía hacer un programa híbrido, sin sostén en el chimento y el espectáculo.  Pero no prendió, no gustó, no llegó. Quizás su material no fue el indicado, tal vez no tenga la misma llegada que su padre o el ciclo quiere mostrar algo que el público se niega a ver.

Es que aveces sólo basta con tomar de la góndola lo que está más a mano, lo viejo conocido, lo que funciona; seguir apostando por gente que conoce el medio televisivo de hoy, lo vive y no lo padece, conoce las reglas del juego y no quiere modificarlas, se alinea al equipo local y no al visitante, busca la cámara y no la esquiva y no le demuestra al mundo que está incómodo, no sabe qué decir, no convalida con el formato, ni con el contenido.

¿Para qué gastar pólvora en chimango productores? “Menos ambiciosos y más efectivos”, un consejo austero para apuntar.