“Más Viviana”: Mi vida con ellas

#RespiroTV

Cuesta entender porqué las autoridades de Canal 9 promovieron este cambio, determinaron que era tiempo de modificar “figuritas”, sacar a los hombres y poner mujeres, echar a “los profesionales de siempre” y poner de damas de compañía a tres caras polémicas. Por lo pronto, nos tomaremos el tiempo de destacar algunas cosas que visamos en estos días.

El primer programa tuvo el encanto del escándalo, de esperar la palabra de ella, la contestación, la explicación, el argumento, el chorro de lavandina que obviamente se iba a tirar para deslindarse de los dedos acusadores que la definían como una traicionera, como una mala “patrona de la vereda”, una persona que no había defendido a sus compañeros.

Pero pasados esos 30 minutos de catarsis en los que Viviana Canosa dijo no tener nada que ver con la salida de sus chicos y contó que hasta presentó su renuncia para propiciar el retorno de sus laderos, comenzó el show, otro show, otra etapa, un nuevo ciclo, el de ella y su vida y el de la vida de ellas.

No es para menos; a su lado, tres mujeres, no del montón, un tridente de rubias escandalosas, autorreferenciales, peleadoras, complicadas.

Evelyn es una vieja conocida del ciclo, ya que desde el año pasado formaba parte de ese panel de manera oscilante y desde hace tiempo convirtió en una de las grandes conflictivas de la televisión; no sólo se pelea con los entrevistados, sino que también hace lo propio con sus compañeras, y si no preguntarle a Edith Hermida.

Amalia Granata es otra de las nuevas escoltas, una joven ¿? (no sabría cómo definirla) “figurita” que es muy convocada por los productores por su acidez, quizás, por su desparpajo, tal vez, por su frontalidad, podría llegar a ser. No se sabe, pero ahí está ocupando sitios que, a priori, parecerían enormes para ella, pero que se encarga de llenar a fuerza de “dimes y diretes”.

Y completa el triángulo Yanina Latorre, una “vieja” botinera que luego de acompañar a su marido (Diego Latorre) en su carrera futbolística, decidió comenzar a desandar su camino, aunque se olvidó de calzarse su propio apellido, algo que no vendría mal si se tiene en cuenta que es bastante feminista en sus posicionamientos.

Con las tres ocupando el escritorio, Canosa salió a la cancha una vez más, aunque no haya sido otra vez más. Fue un retorno especial porque ya no estaban ellos para sostenerla, respaldarla y cuidarla. Todo lo contrario, ya que sus compañeras de hoy son en sí mismas un “peligro”.

En cualquier momento un comentario desubicado, una palabra fuera de lugar y de horario, una opinión personal y poco profesional y, sobre todas las cosas, la cita constante a sus propias vidas, sus derroteros, sus experiencias personales, sus caminos en el medio, y sus contactos con la gente que lo habita.

De hecho, en lo que lleva de estadía en Canal 9 el renovado “Más Viviana”, hubo más referencias a las vidas de las nuevas columnistas que a las conflictos que siembra y cosecha la farándula y que se reproducen en las principales plazas teatrales.

Si por casualidad escuchás frases tales como “en mi casa, con mi marido”, o bien”a mí me pasó que cuando quise entrar en el medio”, o “cuando yo trabajé en Ideas del sur”, o “en twitter el otro día me puso”, o “a mí me convocaron cuando estuve”, o “habló mal de mí y le respondí con una carta documento”, significa que estás mirando “Más Viviana” 2013.

El problema es si la gente quiere ver una especie de “escenario de la vida” con cuatro mujeres haciendo catarsis y abriendo las puertas y ventanas de sus casas y sus cuartos, o si en cambio tiene intenciones de seguir en la línea del programa de espectáculos/chimentos, con gente hablando de los otros y no de ellos mismos.

Porque ahí la delgada línea roja; a simple vista se ve: es un programa de mujeres hablando de la farándula y sus ribetes, pero en constante comparación con sus propios mundillos mediáticos. ¿La gente quiere verlas y escucharlas? Se sabrá en los próximos días.

El problema es que ellas son eso, su propio producto (más Granata y Latorre), la referencia constante a sus peleas, roces y sábanas. No podrían ser otra cosa, les saltaría la ficha, no serían quiénes son. Es decir; si están ellas, están sus vidas expuestas, no hay “tutía”.

 Canosa comparte el día a día de su maternidad con ellas. Ellas comparten lo que les pasó y les pasa con ella. Ella, Canosa, y su nueva vida, con sus tres nuevas compañeras. Y ellas, las que toda la vida hablaron más de ellas que de los demás.