Hacia fines del siglo XIX el escritor francés Emile Zola se convertía en el máximo referente de un nuevo movimiento literario: el naturalismo. Caracterizado por su crítica social y el reflejo de la realidad -las miserias- tal cual se ven, el naturalismo estaba fundamentado por el positivismo, la teoría evolucionista de Darwin y el determinismo. Este último concepto rezaba que el ser humano está condicionado por el medio y determina su destino. Quien nació en la pobreza, morirá en la pobreza. El movimiento se expandió y llegó hasta el Río de la Plata, siendo Eugenio Cambaceres y su libro “En la sangre”, el mejor exponente del naturalismo y el determinismo nacional.