“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”. Jorge Luis Borges.
Cada uno podrá tener su opinión sobre la política impositiva que le vendría bien al país. Yo defiendo impuestos progresivos, y que el estado se enfoque en reducir la evasión y la economía en negro antes que en aumentar la presión fiscal sobre las empresas que ya pagan su parte.
Pero hay un impuesto que nadie, en su sano juicio, puede defender: un arancel de 50% para la importación de libros.
La Secretaría de Comercio ya había intentado imponer el arancel en Abril pasado bajo la inverosímil excusa del contenido excesivo de plomo en la tinta. Cuando el tema tomó estado público y los consumidores se quejaron, Moreno dió marcha atrás.
Ahora veo que sólo fue una estrategia para aquietar las aguas y volver a la carga en un mejor memomento. Hace unos días, en lugar de recibir directo el pedido de Amazon como tantas veces antes, a mi casa llegó esta nota: