Eso de soñar con algo y luego construirlo, eso es La Plata, 132 años de eso

#TeMuestroLaPlata

Diseñada antes de ser poblada, para cosas importantes, trascendentales, administrativamente sustanciales, La Plata nació entre lo maldito y lo fantástico.

la plata

Imagen gentileza de “Ciudad de La Plata Desde el Aire” https://www.facebook.com/ciudaddelaplatadp

Bautizada un 19 de noviembre de 1882, envuelta entre historias míticas y legendarias, entre un poco de brujería, un poco de burguesía, un poco de escepticismo, religiosidad, desamparo y apuro, la Capital de la Provincia se transformó, tal vez, en un poco más que una ciudad, porque hay quienes ven en ella una suerte de metáfora. La plata, como elemento químico anunciado en la Tabla Periódica, es un metal maleable, brillante, de esos que están situados entre los de transición gracias a sus propiedades químicas. La plata, en su concepción monetaria, es entendida como un medio para el intercambio de bienes.

La Plata nació, entonces, como una región naturalmente pretendida por sectores del poder, mostrándose como una tierra aparentemente fuerte y reluciente, pero escondiendo la fragilidad, muchas veces, de su blandura, de su vulnerabilidad animal ante un mundo de humanos codiciosos.

Hay quienes hicieron de La Plata otra cosa más que un centro neurálgico de la burocracia. Quienquiera que haya pisado la Ciudad de las Diagonales sabrá todo lo que la historia del deporte le debe a La Plata, o lo que le debe el nacimiento del rocanrol, o las mismísimas ideas revolucionarias, teorías sociales y los modos de acción, la militancia, las artes plásticas, el cine, la literatura, la danza, la arquitectura, y tantas otras cosas más. Es que fueron miles, millones de estudiantes, obreros y pensadores los que se han encargado de hacer de esto un poco más que un pueblo híbrido culturalmente, un tanto más que una babilonia, un poco más que una de esas cosas que se sueñan, primero, y que se construyen después, en el letargo, en la confusión, en la somnolencia y en la resaca de la obnubilación.

A veces, cuando se cumplen años, algunos suelen autoevaluarse, una especie de reflexión apurada en medio de los saludos sinceros y de la demagogia protocolar de otros tantos. Hay quienes buscan celebrar que aún se existe, y hay quienes prefieren guardarse un momento en el secreto misterioso que ofrece el silencio, para recordar a quienes no están, sobre todo, a quienes no están injustamente, porque, entienden, que callarse un día es hablar por todos los demás.