Nunca vayan a un kiosco de noche. Ni siquiera si se les acabaron los fósforos, si se olvidaron de comprar un par de bebidas o si están tentados de un helado a las 3 de la madrugada y es la única opción. Mucho menos si es la última opción.
“Los quiosqueros de noche cobran de más, pibe”, me había advertido una noche un sabio taxista.
Este blog se llama teorías incomprobables, pero, lamentablemente, debo decir que el título es falso, pues comprobé la teoría personalmente y es absolutamente irrefutable.
Hace unos días fui a un kiosco del barrio de Belgrano en lo profundo de la noche. Como el kiosco de confianza estaba cerrado, tuve que ir a uno que quedaba unas cuadras más lejos de mi casa, ya que no tenía otra alternativa. La señora que atendía inspiraba confianza e incluso cuando me dio el vuelto me dijo: “Qué tengas una hermosa noche”. Sin embargo, esa amable samaritana me había cobrado voluntariamente de más.
En total, por dos helados y una galletitas, el precio a importar fue de 35 pesos. Un helado 17, otro 10 y unas galletitas 10. Corrijo, en total me cobraron $37.
Sin embargo, cuando llegué a mi casa, los números no cerraban. Al siguiente día, fui al mismo kiosco y allí atendía otra la mujer. Le pregunté el precio de cada uno y el helado que costaba 17 pesos en realidad salía 15. El otro, que costaba 10 pesos, tenía el precio de 7, y por último las galletitas (esas que los nenes mojan en un vaso de leche blanca e las publicidades, o sea, las oreo) costaban 8 pesos en lugar de 10.
En resumen, me cobró 7 pesos de más. Una sencilla cuenta para ver la magnitud que se esconde detrás de esta pequeñez: a razón de 7 pesos cada tres clientes serían mínimo, 21 pesos de más, y más de 100 a la semana, que recaudan los quiosqueros en horario nocturno. Mínimo.
Pero ésta, no fue la única ocasión que me ocurrió algo así. Una vez compré un chocolate gigante y me cobraron un precio exagerad, pero como se trataba de una ocasión especial, ni chisté. Al día siguiente fui y descubrí que también me habían timado otros 8 pesos.
Tal vez, el problema sea, en realidad, es que me ven la cara y me cobran de más. Pero esto, por lo menos para ustedes, amables lectores, es incomprobable.