Nunca vayan a un kiosco de noche. Ni siquiera si se les acabaron los fósforos, si se olvidaron de comprar un par de bebidas o si están tentados de un helado a las 3 de la madrugada y es la única opción. Mucho menos si es la última opción.
“Los quiosqueros de noche cobran de más, pibe”, me había advertido una noche un sabio taxista.
Este blog se llama teorías incomprobables, pero, lamentablemente, debo decir que el título es falso, pues comprobé la teoría personalmente y es absolutamente irrefutable.