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Siempre el Malbec domina la escena

El 17 de Abril se celebra el día del Malbec, una iniciativa local con impactos en todo el mundo; principalmente a manos de nuestra industria. El objetivo es tan simple como noble: difundir nuestro vino más emblemático. Si bien, ya desde hace 5 años, en Abril aflora una especie de fiebre por el varietal, pocos con conscientes del verdadero significado del Malbec en y para nuestro país. Pocas cifras del INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) alcanzan para describir su contundencia. La Argentina cuenta con 39.000 hectáreas plantadas, equivalentes al 17,13% del viñedo nacional. Esto representa además un incremento del 137,63% respecto del 2000 y un 290% con relación a 1993. Lo que demuestra un crecimiento sostenido. Y por qué siempre se habla del Malbec mendocino por sobre los demás. Es simple. Porque Mendoza no sólo acapara el 86% de dichas hectáreas (33.307 ha), sino también el ranking de producción (77% del total) y crecimiento. De los casi 26 millones de quintales, el 13% aproximadamente se destino a elaborar vinos Malbec. Esto implica un crecimiento de casi el 500% desde el inicio del milenio; emulando a la evolución en el resto del país. Pero duplicándola en el último año. Casi el 35% de todo el vino elaborado en nuestro país es Malbec, lo sigue el Bonarda de lejos (con 25%). Y si bien no escapó a la merma general que sufrió la industria, su potencial sirve para alimentar esperanzas de continuar con su crecimiento. Y la clave está en su valor agregado. Más del 95% del Malbec se vende embotellado. En 2014 el 53% del vino exportado fue Malbec, esto implica un 10,43% más que en 2013. Es decir que más del 50% de los u$s850.000 generados por exportación de vinos, se lo debemos al Malbec. Estados Unidos se lleva la mitad, seguidos del Reino Unido (10,49%) y Canadá (7,24%). Y para entender qué calidades exportamos es suficiente con ver que el 40,98% fue de vinos de 26 a 39 dólares (caja x 12 bot) y que el 25% fue de 39 a 60. Esto quiere decir que la mayoría se comercializa por sobre el valor FOB de vinos “entry label” (u$s8,50 a u$s26).

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Leonardo Pupatto (Familia Schroeder) – Sebastián Zuccardi

Pero las estadísticas distan mucho del verdadero placer que regala el Malbec en cada copa. No me canso de recordar la gran suerte de tenerlo como varietal diferencial por sobre cualquier otro país. Y no sólo eso, sino que supimos exprimirlo, a tal punto que hoy no conocemos su techo. Sabemos que Mendoza es su meca, pero que en Salta y Patagonia se pueden hacer Malbec increíbles como lo son los de Colomé y Noemía, por ejemplo. También son los mendocinos los que más acostumbrados nos tienen con flamantes novedades, pero no hay que dejar de probar los provenientes de nuevos terruños como los de Familia Schroeder en Neuquén, o el de Collovati de La Rioja, o el de Bodega Del Desierto en La Pampa. Puede ser de familias tradicionales argentinas, aún al frente de sus bodegas como los López o los Arizu (Luigi Bosca), o ser un referente más moderno como los Zuccardi o los Pescarmona de Lagarde. Los extranjeros visionarios también son muy responsables de la fama y el prestigio de nuestro Malbec. Michel Rolland y su Clos de los Siete, Roby Cipresso y sus amados Finca de Achával Ferrer, Paul Hobbs con su Viña Cobos o con Riglos, en donde es consultor desde el primer día, o Alberto Antonini desde su Altos las Hormigas o la infinidad de Malbec locales supervisados por él. Ni hablar de los enólogos, que con sus vinos hacen de todo esto una gran realidad: Roberto de la Mota, Alejandro Vigil, pepe Galante, Daniel Pi y Marcelo Pelleriti, por sólo nombrar algunos en nombre de todos los que hicieron, hacen y seguirán haciendo del Malbec, nuestro vino estrella. Y si bien el futuro del vino no es el varietal, sino el terruño, hay una persona que trabaja día a día para lograr el mejor vino en sus distintos viñedos del Valle de Uco. Y por más que su foco está puesto en los suelos, sus formaciones, la historia y la cultura del lugar y el respeto por la naturaleza, sabe que el mejor intérprete vínico de todo eso, es el Malbec. Algunos de esos Malbec ya se pueden conocer, pero los mejores; sin duda; están por venir. Por eso, a los vinos de Sebastián Zuccardi los denomino los Malbec del futuro. Como ven, la fuente de Malbec es inagotable, y hay al alcance de la mano siempre un Malbec dispuesto a satisfacer al consumidor. Lo logra con su carácter siempre amable, jugoso y expresivo, sus texturas dóciles, aún cuando joven, y su fruta roja única, ya sea maduro o crujiente. También se lleva bárbaro con la madera, acoplándose a sus sabores o conviviendo con complejidad. Tiene potencial de guarda, sobre todos los nuevos vinos que están naciendo en un estilo más directos y naturales, sin tantas vueltas en bodega pero con mucho trabajo en la viña. Por lo que significa y por todo lo que aún tiene por delante, el Malbec fue, es y será el mejor vino argentino. Y por eso elijo brindar por y con él; pero no en su día, sino todo los días. Si te gustó la nota te invito a visitar www.fabricioportelli.com

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Luigi Bosca Malbec DOC y Miradores – Hans Vinding-Diers (Noemía)

La drinkability del Malbec

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La palabra drinkability la puso de moda Brascó hace varios años, al menos entre los consumidores de vino. Una palabra curiosa que suena mejor en inglés y sin traducirla, porque si vamos al Google Translate nos tira potabilidad. Por lo tanto es mejor dejarla en english, porque todos sabemos que es un drink, y lo demás lo imaginamos. Y si bien no significa, suena como la habilidad del Malbec (en este caso) para ser bebido. Y algo de esto hay porque otra que nos entrega Google es suavidad al beberla. Por lo tanto, debemos incorporar la palabra drinkability a nuestro vocabulario vínico.

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Pero eso no era lo importante, lo de agrandar nuestro glosario, sino que verdaderamente la drinkability del Malbec está de moda en los principales mercados de consumo del mundo, más precisamente Estados Unidos y el Reino Unido. Por ellos saben muy bien qué significa esa palabra, y más aún, cómo debe ser un vino para poder ganarse algo tan preciado que resulta en mayor aceptación por parte del consumidor.

Es un atributo de cualquier vino con pretensiones de éxito. Y es ahí donde el Malbec gana la partida. Porque cumple con todos los requisitos de la tomabilidad (ven que suena mejor en inglés). Llena la boca con intensa suavidad, sus taninos son siempre amables, su expresión frutal inconfundible y una frescura final que potencia todas las sensaciones e invita a una segunda copa. Y esto le permite superar la difícil “second test glass” (prueba de la segunda copa). Porque en esos mercados se disfruta mucho más el vino por copas que en nuestro país. Es costumbre encontrarse en los pubs o bares y más allá del liderazgo de las cervezas, el copeo de vino comienza a acechar a los cocktails. Además en las casas es muy común la bienvenida con una copa de vino. Es decir que muchos prueban porque son receptivos y siempre bien predispuestos a conocer, pero al mismo tiempo exigentes para incorporar preferencias. Esta es una de las claves del éxito del Malbec, un tinto único que regala drinkability en todas sus opciones, ya sea rosado del año, tinto joven, reserva o gran vino de guarda.

Pocos tintos logran ser tan atractivos a primera copa y mantener o incluso aumentar su belleza con el correr de las copas. Por suerte, somos los referentes de Malbec en el mundo y tenemos todos al alcance de nuestras manos para poder disfrutar de su drinkability, todos los días.

Algunas bodegas que permiten comprobar este efecto:

Diamandes, Zuccardi, Monteviejo, Salentein, Lagarde, Terrazas, López, Luigi Bosca, Catena Zapata, Trapiche, Viña Vida, Riglos, PerSe, SonVida, Teho  y Noemía, entre muchos otros.

 

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La confianza es todo

Hay un rey y una reina, pero aún el heredero al trono se hace desear.

El es el Cabernet Sauvignon; que gracias a los grandes vinos franceses de Burdeos se coronó hace tiempo. Porque los Grand Cru Classé siguen siendo de los vinos más codiciados del planeta. Tintos a base de este cepaje, que hasta hoy ha demostrado ser el más longevo y complejo de los vinos tintos. Y si el mundo toma 80% de este tipo de vinos, es fácil entender el por qué de su fama.

Ella es la Chardonnay, que si bien su origen y meca están en la Borgoña francesa, fueron los americanos los que la impulsaron y la globalizaron. Porque en la década de los 70 fue la responsable de virar el consumo y las costumbres de los jóvenes americanos de veinti y treinti. Aquel dorado vino se impuso al Gin Tonic y a la cerveza como copa de bienvenida o inicio de una buena comida.

En ambos casos también tuvo que ver que se trata de variedades plásticas, es decir que se adaptan muy bien a los diferentes terruños y que, gracias a ello, su producción se ha multiplicado. Por eso, ambos cepajes son los vinos más elaborados en el mundo, ya sea como varietales o como componentes de blends.

Pero todo reinado necesita de un heredero. Porque no solo el tiempo pasa, sino que las costumbres de los pueblos van cambiando.

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Hoy el vino ya está instalado en la sociedad mundial como la bebida más noble y versátil a la hora de sentarse a la mesa, aunque el consumo per capita por habitante siga siendo ínfimo. No obstante se han diversificado las ocasiones y desestacionalizado su consumo. Pero hoy, el tiempo no corre, vuela; y nosotros al parecer también. Queremos todo rápido, todo ya; incluso los que disfrutamos de cada momento. Ya no se lee el diario, se ojea el Ipad, ya no se ve la TV, sino el compilado entero de la serie favorita en la compu, etc. Y en vinos se podría decir que no importa tanto la longevidad como la agradabilidad al momento de descorcharlo. Y ese impacto es el que cuenta, porque tampoco tenemos tiempo para guardar un vino y esperarlo. Para qué, además ya hay gente que lo hace y muy bien por nosotros (Vinoteca Ligier, por ejemplo). Además, los grandes vinos de hoy ya están muy ricos al salir al mercado, y eso o saben incluso los que guardan vinos en sus cavas.  Sobre todo el Malbec.

Creo fervientemente que nuestro Malbec (aunque sea de origen francés) tiene serias chances de ser el Príncipe, y luchar por el trono. El Syrah, lo intentó hace algunos años, con el gran impulso australiano, pero no le alcanzó. El Pinot Noir es tan delicado que es muy difícil de replicar.

¿Y el Malbec?

El Malbec tiene muchos atributos que lo postulan, sobre todo en tiempos de hoy. Es versátil, siempre cae bien parado, incluso desde la primer copa. Porque es amable, fresco y dulzón en su carácter siempre frutal. Podrá ser un vino más de texturas que de fruta, más verde que maduro, más liviano que concentrado, que igualmente se las arregla para gustar siempre. Sus taninos son suaves, aunque pueden ser también incisivos, pero nunca agresivos (si el vino está bien elaborado). Es generoso en su expresión, y puede mantenerla viva por mucho tiempo. Tanto, que hasta hoy no podemos apostar por un plazo, ya que  los mejores vinos actuales parecen ser inmortales. Acá está presente en todas nuestras zonas vitivinícolas. También en Cahors, al sudoeste de Francia que es de donde viene. También, poco a poco algunos países se van animando (Chile, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia, etc.). Es decir que puede andar en cualquier clima y no tendría problemas de desparramar su generosidad por el resto del mundo. Pero ahí no está la clave. Su secreto es otro. Y eso es lo que lo hace diferente a los demás.

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Hay que partir de la base que todos los vinos dicen cosas, sólo hay que querer escucharlas y disfrutarlas. Sin embargo, la gran mayoría de los vinos confunde y aleja al consumidor. No así al conocedor, que busca esos recovecos; porque en esas aristas complejas radica parte del placer una vez que se desanda el camino del vino. El conocedor pone foco en lo que le falta al vino más que en lo que tiene. Pero son la minoría. Lo que importa es lo que opinan y hacen los consumidores. Y el Malbec, a todos ellos les da confianza; simplemente eso. La confianza de poder decir a la primera copa qué rico vino, me gusta porque es suave, amable, nada agresivo. Me divierte porque me llena la boca, es jugoso, y bla, bla, bla.

En un mundo que necesita nuevos consumidores de vino tanto como el agua, el Malbec parase ser  la mejor salvación. Porque atrae, no aleja, contiene no repele y gusta sin vueltas. Y es gracias a esa confianza en si mismo que da el Malbec que se forjan los consumidores; los mismos que devienen con el tiempo en conocedores y son capaces de apreciar todas sus capas de aromas, sabores y texturas. Porque todos sabemos lo que nos gusta. El problema es que la mayoría no sabe que sabe. Por suerte está el Malbec para facilitar el camino. Es sin dudas la puerta de entrada al mundo del vino argentino. Y por qué no soñar que los nuevos consumidores chinos, rusos, indios y del mundo entero, pueden usar la misma puerta que nosotros.

Miguel Brascó siempre defendió la “drinkability” del Malbec. Hoy ya no está acá al lado mío, pero puedo entender más mejor que nunca sus palabras. Porque eso significa mucho más que tomable.

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Bailando por un vino

Qué difícil hablar de Fede, el flamante Malbec 2011 de alta gama que presentó Marcelo Tinelli junto a sus socios (Hernán De Laurente y Young Woo, uno de los principales desarrolladores inmobiliarios de Nueva York). Pero no por el vino, sino por la repercusión que tiene todo lo que toca el conductor más famoso y exitoso de la TV Argentina. Y ahora se mete en el vino, con todo lo que ello implica. Para él, debe sumarle a su imagen como conductor, locutor y empresario exitoso. Pare el vino argentino, sin dudas, un sacudón. Porque no sólo se trata de un vino sino de un mega proyecto en una de las mejores regiones vitivinícolas de Mendoza; Agrelo. Un emprendimiento que incluye bodega (comenzará la construcción en 2015), hotel 5 estrellas con spa y un restaurante de la mano de Mauro Colagreco. Además brindará la posibilidad de sumarse para hacer vinos propios.

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Yo fui a la presentación y, mientras se daban los discursos de rigor, me senté con Fede (así se llama el vino en honor a su entrañable amigo fallecido Federico Ribero), a ver qué me decía. Algo ya lo conocía porque su hacedor original; a quien Marcelo agradeció (pero no nombro porque ya no tiene que ver con el proyecto) por haber marcado el rumbo y el concepto del vino; me lo venía compartiendo. Se nota que es un gran Malbec argentino, moderno y con capas de aromas y sabores. Todavía muy joven, pero ya se puede disfrutar, aunque pida un tiempo más de botella para acomodarse mejor.

Escuché las palabras atentamente y soy de los que celebro el desembarco de un personaje tan popular y famoso al vino argentino, porque estoy seguro que sumará. Pero aquí es donde empieza el camino sinuoso. Si uno habla bien, queda como obsecuente. Y si habla mal, puede quedar como aprovechador del instante de fama que le puede dar criticar a un personaje con tanta resonancia.

Pero yo me voy a abstraer de ello y me voy a basar en mis años de experiencia; en definitiva Marcelo vino a mi mundo (el del vino), yo no fui al de él. Es más, ni me animé a saludarlo. Para qué, para decirle “hola que tal soy Fabricio…”. Soy tímido y respetuoso, y creo que no le sumaba nada conocerme personalmente y mucho menos una selfie conmigo.

Pero volvamos al vino. Es inobjetable, tanto como los fundamentos que lo crearon (amistad, compartir, etc.) y que van más allá del negocio. Su precio ($1800) es discutible, más allá que no creo en el concepto de caro o barato. Un gran tinto argentino de hoy, del cual se elaboraron tan pocas botellas (1250) y con la fama que se trae a cuestas, quizás lo vale. Si lo puedo pagar o no, esa es otra cuestión.

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Pero lo que no me parece menor es haberlo llevado al límite actual de los grandes vinos argentinos. Hoy, las etiquetas más consagradas de bodegas reconocidas, con mucha historia y trabajo de posicionamiento en pos de la bebida nacional, ostentan un precio similar. Espero que sus pares (los bodegueros) no se ofendan, ni tomen este detalle como un atrevimiento por parte del empresario. Yo, si fuera Marcelo (ni loco me meto en la industria del vino, los sigo disfrutando como gran conocedor),  no lo hubiese llevado tan alto. Está claro que esto es un negocio, como todos, pero también que el proyecto no necesita facturar por el momento. Para mi un precio de $500 hubiera sido más atinado, y repito no por la calidad ni el estilo,  sino porque todo lo que haga Tinelli debe sumarle a su core; su imagen de conductor/locutor/empresario mediático. Y con su vino top a un precio totalmente competitivo,el impacto sería diferente. Total, no creo que al proyecto lo complique el $1,6M que dejara de facturar. Y todos, consumidores y competidores (los bodegueros), lo admirarían por su golpe de gracia, y le darían la bienvenida sin dudar, con todas las ventajas para este flamante proyecto que ello implica.

Si Marcelo Tinelli se lo toma en serio (espero que no todo su vino), su incursión en la industria marcará un hito sin precedencia. Su presencia y participación puede ser un gran catapultador de nuestros vinos acá, y en la región con mayor potencial para nuestros vinos: Latinoamérica.

Y aunque no estoy de acuerdo con el precio fijado por botella, yo lo votaría presidente de Vinos para Todos (ya que no lo dejaron entrar en Fútbol para Todos), porque se que su imagen y carisma le pueden hacer muy bien al vino argentino. Y mientras Fede sigue su camino, seguramente los nuevos vinos que nacerán de Lorenzo de Agrelo sumarán más a la causa.

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¿El reino del revés?

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Ya van cuatro años que participo de un concurso internacional de vinos denominado (ahora) Six Nations, inspirado en la famosa copa de Rugby. Ya que inicialmente solo se degustaban vinos de Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica. Pero luego invitaron a la Argentina, casualmente el mismo año que se sumaron los Pumas al championship, conjuntamente con Chile y Estados Unidos.

Somos 6 jurados, los cuales seleccionamos 100 vinos representativos de cada país, que degustamos todos los vinos por categoría en busca de los tops.

Año tras año, regreso con interesantes conclusiones. Ya que degustar 600 vinos que mejor representan a cada uno de estos países, y que (no casualmente) son los principales competidores de nuestras etiquetas en el mundo, brinda un panorama de lo que está pasando. Sobre todo con los cambios en los estilos de vino, porque aquí la moda también pesa, aunque los mejores vinos son los que se fidelizan con su terruño.

Pero he visto pasar a los Sauvignon Blanc neozelandeses, tan aclamados en todos lados, muy maquillados y casi artificiales. Y hoy ser más naturales. O sorprenderme con los blancos y espumantes sudafricanos, de los cuales aquí no hay referencia pero merecen mucho respeto. Y así la lista es larga, pero me guardo los tecnicismos para el informe que les paso a los enólogos.

Sin embargo, este año pasó algo muy curioso. A tal punto que Houn Hooke, el periodista referente de Australia, temió por su vida profesional (http://blog.huonhooke.com/post/96035821614/six-nations-wine-challenge).

Es que se rompió la hegemonía, en realidad fueron dos. Y eso es lo que lo puede salvar a Huon y a mi. Porque Australia se ha llevado el Trophy al Malbec y la Argentina al Syrah. No puedo develar aún las etiquetas. Sólo puede decir que la mayoría de los demás vinos que ocuparon el Top ten en cada categoría si fueron fieles a la historia.

Pero no voy a negar que al enterarme me sorprendí. Pero luego, revisando mis notas de cata, me surgieron muchas conclusiones.

Por un lado no hay dudas que el Malbec es nuestra gran referencia y que somos los líderes en la materia. Por masa crítica y por diversidad de calidades; y si a eso le agregamos que aún estamos en pañales, el futuro del Malbec argentino es insuperable. Y es genial que en Australia, o donde sea, surjan Malbecs de renombre. O acaso no nos ponemos contentos cuando un Pinot Noir, como los que hace Piero Incissa della Rocchetta (http://www.fabricioportelli.com/2014/09/04/piero-el-grande/) en Río Negro, sorprende a los referentes de la Borgoña. O un gran blend nuestro, como los que acostumbra a hacer Alejandro Vigil para Catena Zapata, opaca a los reyes de Burdeos en catas internacionales. Y sin embargo eso, y tantos otros ejemplos a manos de otros productores del Nuevo Mundo, no pone en riesgo la supremacía y el prestigio de las regiones tradicionales. Es más, ese tipo de sucesos, no hace más que referenciar más el origen de los mejores exponentes de tal o cual cepaje.

Por otra parte es una gran noticia para el Syrah, y de San Juan (menos mal). Porque mantiene viva la llama de que allí se pueden hacer grandes exponentes, a pesar que el boom de hace diez años parezca un lejano recuerdo. Y estoy seguro que así como no debería preocupar a ningún bodeguero este resultado, los de Australia, seguramente seguirán muy tranquilos con sus Syrah, y el Penfolds Grange seguirá siendo la referencia nuevomundista del enigmático varietal.

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Malbequizar. Me gusta la idea.

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Esta semana, Mauricio Macri lanzó una frase (y varias explicaciones) que realmente motiva; al menos a los amantes del vino. Porque es una prueba de cómo aprovechar la (indudable) década ganada del vino argentino, en pos de mejorar la calidad de vida de todos. Continuar leyendo

El Malbec es como Messi

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¿Hasta dónde puede llegar el Malbec?

 

 

 

 

 

 

 

No se trata sólo de un oportunismo mundialista, sino de una de las analogías más claras. Porque no sólo se puede leer, sino que también se puede beber y comprender mejor, además de con la mente con el paladar. Porque sin dudas, es el mejor vino de la Argentina. Continuar leyendo