Por: Nicolás Gilardi
A veces es difícil entender que el equipo deslucido que no tuvo respuestas ante Racing, en Avellaneda, es el mismo que en la Copa provocó el respeto del vigente campeón del mundo y del mejor equipo argentino…
En el Cilindro intentamos ser prolijos con la pelota, manejarla desde atrás, al ras del piso, ante un rival que se siente más cómodo jugando de contra, para aprovechar la velocidad de sus delanteros.
Hasta ahí, todo bien. Pero ante la primera adversidad (el gol de Racing), volvieron las dudas, las imprecisiones, las inseguridades. Las mismas que nos llevaron a estar en una inédita posición en la tabla de posiciones.
Apenas empezado el segundo tiempo, Burdisso hizo un penal de jugador amateur y a remarla otra vez desde cero… Si bien faltaba todo el segundo tiempo, la sensación era que el equipo no tenía alma (esa que mostró con orgullo en la Copa), que no tenía reacción ni cambio de ritmo para sorprender arriba. Una cáscara vacía.
Llamó la atención que Bianchi no dispuso el ingreso de otro delantero para intentar cambiar las cosas. También que algunos jugadores que venían levantando, como Caruzzo y Somoza, volvieron a retroceder casilleros que parecían superados…
Claramente este flojo primer semestre debe quedar en el olvido. Pero también claramente las cosas tienen que cambiar en la última parte del año. El “Virrey” acuñó la frase “uno se acostumbra a ganar”, pero también ocurre lo contrario cuando se pierde en forma constante…Ahora, a cambiar el chip y esperar con optimismo el próximo torneo. Chau, felicidades.