Por: Nicolás Gilardi
Somos irregulares y no logramos tener dos partidos buenos seguidos. Con Estudiantes retrocedimos respecto a Rafaela, pero también es cierto que el resultado pudo ser otro y que creamos situaciones de gol más claras que el rival.
El “Pincha” presionó mucho en la mitad de la cancha, sector donde puso mucha gente y en el que ganó la mayoría de las divididas. Eso obligó a Boca a tener mucha precisión en su juego para poner un hombre de cara a Rulli. Las veces que lo logramos, chocamos contra el arquero y contra nuestra impericia a la hora de concretar.
Llamó la atención que Bianchi no vuelva a repetir el cambio de Erbes por Ribair para agilizar el sector de volantes, una zona clave en la noche platense. Contra la “Crema”, el ingreso de “Pichi” permitió darle verticalidad a la salida y firmeza a la marca, algo en lo que fallamos en La Plata, donde Ribair volvió a quedar pegado a la línea de fondo, que además retrocedía con lentitud en los contragolpes de Estudiantes. Eso partió al equipo.
En el primer gol, dormimos. No sólo hubo un despeje hacia el medio, sino que los marcadores no siguieron la jugada y Carrillo madrugó a todos. En un partido tan cerrado, fue fatal.
A favor, hay que decir que, después del 0-1, Boca mostró resto anímico para buscar el empate y no se derrumbó anímicamente ante la adversidad, como ocurría habitualmente en el semestre anterior. En el torneo Final parecía casi imposible remontar un resultado y eso se palpaba en la cancha, algo que no ocurre ahora.
Del árbitro no voy a hablar. Tal como dije después del partido con Belgrano con Carlos Maglio, los árbitros quitan y dan por igual. Ese día nos dieron, en La Plata nos quitaron.
De cara a Vélez, veremos que pasa con Fernando Gago. Está claro que Boca necesita agilizar en esa zona y Gago tiene las características óptimas. Somos irregulares, pero el torneo y casi todos los equipos lo son. Todo puede pasar. A mejorar. Hasta la próxima.