Sri Sri Ravi Shankar, fundador de El Arte de Vivir, dice que en realidad los problemas no existen. “El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional” afirma. Somos nosotros los que interpretamos los eventos como problemáticos. Las situaciones solo son y su impacto en nuestras emociones dependen del cristal con el que miremos.
Las expectativas juegan un papel muy importante. Hace unos meses me llamó la atención cómo nuestras emociones no tienen tanto que ver con los hechos sino con nuestras expectativas. Viajaba de Curacao a Caracas en una aerolínea que en ese momento no era muy puntual y hoy ya ha dejado de existir. El vuelo que tenía que salir a las seis de la tarde se retrasó hasta las ocho de la noche. La mayoría de los pasajeros estaba bastante molesto del retraso pero lo aceptaron con resignación. A las ocho nos indicaron que íbamos a salir a las diez de la noche. Ya los ánimos estaban más caldeados. Cuando llegaron las diez nos dijeron que quizás salíamos a las once. Ese fue el punto máximo de cólera. Una muchedumbre visiblemente enojada se abalanzó sobre el mostrador exigiendo respuestas… que no llegaron hasta que finalmente nos enviaron a un hotel para salir al otro día. La emoción de enojo le dio lugar al cansancio y resignados dormimos en un hotel de baja categoría.
Al otro día el retraso volvió a ocurrir hasta que finalmente a las cuatro de la tarde estuvimos listos para despegar. Para mi sorpresa, los pasajeros se abrazaban emocionados, aplaudían y se sentía la felicidad de volver a casa.
Cuando hubo una demora de cuatro horas el enojo era la emoción principal, después de casi veinticuatro horas de estar varados en el aeropuerto esa emoción se había transformado en alegría. La situación era peor pero lo que había cambiado fueron las expectativas.
¿Cómo podemos lograr no dejarnos llevar por nuestras expectativas sin dejar de avanzar en la dirección que queremos en la vida? ¿Cómo mantener la paz en nuestra mente cuando las situaciones burlan nuestras expectativas más básicas?
La solución que encontré en mi vida es la meditación. Definido como “el delicado arte de no hacer nada”, la meditación es una práctica que nos permite observar que somos mucho más que nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, expectativas o emociones. Existe un observador en cada uno de nosotros que no es afectado por nada y que permanece siempre en paz. El contacto con esta fuente de serenidad y alegría nos permite sobrevolar los problemas sin ningún atraso.