El problema de la mentira

Yo no creo en la mentira, por suerte. El tema es que uno se encuentra muchas veces frente al mentiroso. Escucha lo que dice y tiene que hacer creer que le cree. Actuar de algún modo, como para evitar cualquier encono innecesario de quien se compromete con el relato falso. Es decir, el mentiroso.

mentir

De ahí que uno se encuentra muchas veces en la disyuntiva de hacerse el boludo o frenarlo un poco. Porque si mira para el otro lado, convalida la mentira. Pero si quiere frenarlo se entromete en incómodos contrapuntos que hacen complicada la conversación.

Así que muchos, entre los que me incluyo, optamos ciertas veces por la más fácil. La de acompañar al mentiroso en su esfuerzo por hacernos creer su mentira. Se trata de un acompañamiento silencioso que convalida, que le da ánimo para permitirle que nos embarulle y despliegue el más pretencioso de sus relatos. Continuar leyendo

La mejor respuesta

Creo que debe venir de la escuela la intención de dar con la respuesta correcta. De encontrarla para quedarnos tranquilos. Y poder seguir con otra cosa.

Porque la vida consiste en parte en eso. En llegar a una cosa para luego buscar otra cosa.

A mucha gente le pasa en términos materiales. Una cosita lo lleva a otra cosita. Esa otra cosita lo lleva a otra cosa. Y esa cosa a otra cosa.

Y cosa mediana a cosa un poquito más grande. Y más grande, y más grande…

Así se gasta la vida acumulando cosas y billetes entre cosas más o menos grandes.

Muchas veces contento, muestra esa cosa a un amigo o conocido.

—Ohh, que gran cosa —escucha.

sorprendidoEntonces está contento, piensa que va por el camino indicado. Y se lanza a buscar otra cosa con la expectativa que otro amigo o conocido quede con los ojos abiertos al observar la nueva cosa, tan deseada y admirada por toda la gente que está en el camino de acumulación de cosas y más cosas. Continuar leyendo

Entre la mentira y la verdad

Cuando era chico era bastante mentiroso, luego dejé de serlo. Me quedan solo vestigios de aquellas lógicas, que en verdad apuntaban a salvarme.

¿Salvarme de qué?, de las circunstancias que no podía hacerme cargo. Porque la mentira en verdad cumple una función. Tiene su fundamento.

Nos rescata de asumir la responsabilidad de quienes auténticamente somos y por H o por B.

Nunca se entiende por qué no se dice también por C.

máscaraPor H o por B, nos ayuda a salir airosos del entuerto. Y quedar a salvo del ajusticiamiento. Que significaría, nada más ni nada menos, el acomodamiento que obliga el mundo externo a nuestro desliz.

Y como, creo yo, que predomina el espíritu de preservación de la especie, hay quien prefiere el burdo truco de la mentira antes de despedazar por los aires su realidad y verse obligado luego a la trabajosa tarea de reconstruir su mundo. Continuar leyendo

¿Podemos superar el clima de agresión?

Voy a tirar la piedra. A ver qué pasa.

Escribir es un poco eso. Es tirar la piedra, sin esconder la mano.

Mover el avispero, siempre con cierto cuidado. Para no provocar a las fieras, que están dispuestas a cometer justicia.

Muchas veces con razón.

Así que hay que lanzarla con cierta destreza. Cierto cuidado.

bondad2Lo que equivale a escribir con alguna precaución. Que por momentos olvidamos, si vale la pena tirar la piedra y mover el avispero, para que una realidad más benevolente encuentre la posibilidad de emerger y quedarse con nosotros para siempre.

¿Por qué tanta crítica destructiva de unos hacia otros?

Estamos inmersos en una cizaña insaciable que asesta golpes con rabia. Hay un propósito abusivo de abofeteos sistemáticos, recurrentes y maliciosos.

¿Lo vieron? Continuar leyendo

Bizcochos

Mi amigo llega. Abre el portón. Saluda desde lejos.

Me levanto de la reposera como impulsado por un resorte.

—Pasá —le grito.

Sonríe y estaciona la camioneta abajo del árbol.

—¿Qué hacés Martito? —le digo.

Caminamos hasta la casa. Lo invito a sentarse en la reposera. Y le anuncio que voy a homenajearlo con unos mates.

Voy hasta la cocina. Prendo la hornalla. Y le grito desde adentro.

—¿Bizcochos o facturas?

—Lo que quieras.

perraenojada

Bizcochos entonces. Los bizcochos son mejores. Salvo que te den los del día anterior, como me hicieron el otro día en El Molino. Aunque en realidad no me lo hicieron a mí, se lo hicieron a mi amigo. Que fue, pidió bizcochos, pagó. Continuar leyendo

El cura del pueblo

No voy a decir de qué cura se trata. Ni de qué pueblo.

Y aclaro, no tengo nada contra ningún cura de ningún pueblo.

Sólo observo.

Además, hay muchos curas y muchos pueblos. Por lo cual sería improcedente afirmar que un cura es igual a otro. Que sobrelleva las mismas prácticas, habla de igual manera y ejecuta su función con una precisión elogiable.

cura

En todas partes.

Como si los curas de pueblos estarían funcionando armónicamente. Al unísono. Ejecutando el sonido de una única melodía.

Algo que no creo que pase.

O sí.

Quién sabe.

En los pueblos hay no menos de cuatro figuras emblemáticas. Son como una suerte de protectores de la comunidad y ocupan distintos espacios de jerarquía.

El intendente.

El comisario.

El periodista. Continuar leyendo

¿Por qué existen las malas palabras?

Yo no sé si está bien o está mal usar malas palabras. Cada uno sabrá.

Somos todos grandes.

Respeto a quienes piensan que está mal. O creen que está muy mal.

Muchas veces dicen que son innecesarias, evitables y no contribuyen en nada. Es muy cierto eso que dicen en algunos casos. Tienen toda la razón.

lenguje2También dicen que no aportan a fomentar la educación. Y eso también puede ser cierto. Es muy entendible.

Así que ser puritano del lenguaje es una postura que puede ser comprendida y por supuesto respetada. Como cualquier otra postura que puede ser divergente y que también tenga su fundamentación.

Porque lo único que podría perturbar un poco es la apreciación definitiva que carece de explicación. Es decir, el capricho que afirma tal o cual cosa.

A rajatabla. Continuar leyendo

¿Es conveniente enojarse?

A la gente mayormente la han enseñado que es bueno disciplinarse. Y preservar los buenos modales.

En la escuela nos han dicho eso. Es lo que de alguna manera nos inculcaron.

Por lo menos así era antes. Habría que ver cómo es ahora. Si aún se estimula a los alumnos a ser educados y guardar las formas aún en los disgustos. Aún en las injusticias y los traspié que pueden presentarse.

enojadoHabría que ver cómo están las cosas hoy. Y también la conveniencia de mantener la calma y guardar las formas.

Porque a veces la gente tiene motivos más que suficientes para enojarse. Para maldecir el mundo y mandar a todos a la mierda.

A la puta madre que los recontra parió.

El tema es que eso no estaría bien. No sería consecuente con las enseñanzas impartidas. Y haría ver a la gente como maleducada. Más allá de la liberación lícita de enojos o repudios que con seguridad están bien fundamentados. Continuar leyendo

¿Nos vamos a salvar?

La señora tenía setenta o un poco más de años. Me esperaba todas las semanas en su casa. Siempre a las cinco de la tarde.

Vivía en una calle empedrada, repleta de árboles. Quizás una de las más lindas de Pringles. Y hasta ahí iba yo y algunos buenos compañeros. Todos testigos silenciosos de sermones que nos ofrecía con convicción.

La catequista.

Una mujer de anteojos prominentes, que se mantenía estoica en la cabecera de una mesa. Repleta de libros y con mirada desafiante.

deberesYo llegaba siempre con pocas ganas a su casa, con el impulso que me provocaba la determinación de mi madre por facilitarme algún camino. Y no dejarme a la deriva, solo ante la vida. Así que iba movilizado por esa sana convicción ajena, que procuraba afirmarme ante el mundo. Continuar leyendo