¿Qué es ser una mujer? o ¿qué es el “ser mujer”? Quizá, este recorte de lo que cierta vez me dijo una consultante, nos ayude a entender y responder estas preguntas:
“Mis padres no me dejaban salir casi nada, eran muy castradores, eso hizo que no pueda tener muchas amigas, ni conocer chicos, o tener casi vida social por fuera de la familiar. Durante toda mi niñez y adolescencia las salidas eran ir al colegio y hacer las compras por las tardes y alguna salida a cumpleaños y, una vez por año, alguna matiné. Recuerdo que me pintaba, me súper arreglaba porque, camino al almacén, estaba el chico que me gustaba. Mi fantasía era ser vista por él, resultarle linda, que me diga algo y que -finalmente- me bese y tome en sus brazos. Pero no, volvía y me sentía sola, sin haberlo visto, frustrada; me sacaba el maquillaje medio triste. Siempre me acuerdo de esas escenas, y me deprimo, me doy lástima. Pero bueno, hoy tengo un hombre que me mira con amor y ternura y que, cuando me abraza o besa, me hace sentir única, linda, protegida. ¿Entiende lo que le digo, Gervasio?”.
Las frases hechas, de grandes pensadores o psicoanalistas, también hacen su aporte; pero son los relatos de cada mujer -una mujer es todas las mujeres- (cada hombre es todos los hombres decía J. L. Borges) las que me interesan. ¿Qué desea una mujer? Muchas cosas, al igual que los hombres. Desarrollarse, tener proyectos, estudiar, trabajar; ser buenas y evolucionar en lo que hacen. Las pasiones, los deseos. Pero ser amadas, y tener hijos (algo antropológico, ancestral…empuje biológico de la especie…) esa es la gran búsqueda inconsciente/consciente del alma femenina. De gran parte de las mujeres.
Está chica, que estuvo cuatro años en tratamiento conmigo, tenía enormes dificultades para relacionarse con los hombres. Por temores, por falta de modelos, por toda una serie de cuestiones históricas. Ella siempre me decía “por qué soy tan retorcida con el tema hombres”. De hecho, se había instalado la cómica situación de que su diagnóstico era “trastorno retorcido”. Imagínense: un trastorno -en psicología- es hablar de algo confuso, si a eso le agregamos “retorcido”…y bueno, ¡es intentar leer un papiro escrito en arameo! Por otro lado, profesionalmente, era una chica muy desarrollada y exitosa; una gran intuitiva en relación al cómo moverse en el mundo del trabajo que era, también, su vocación.
Obviamente, para poder ser receptora de un amor real, Andrea – llamémosla así- había tenido que trabajar mucho con sus falsos ideales en relación al amor y con su tendencia a pasarle la minipimer a decenas de buenos muchachos. Pero, finalmente, fue capaz de dejarse amar y construir un amor posible, y bastante bueno por cierto. Un día se apareció con el novio, sin avisar. Alegremente, ni bien entró dijo: “lo traigo para que me lo evalúe un poquito”. Era brava, con mucho sentido del humor (elemento central, indicador de que hay chances de mejorar) había podido lograr reírse un poco de su historia que, por cierto, era realmente muy complicada. Dentro de poco voy a sacar su caso, ella me ha autorizado formalmente a que pueda contar su experiencia terapéutica: “cómo no, licenciado, para que otras mujeres puedan acceder al amor”, me dijo. Miren: si les digo que era un personaje, es poco.
Por una serie de hechos, las mujeres consultan más. El asunto es que uno escucha diariamente mucho sobre su idiosincrasia. La situación de una consulta se presta para que el fantasear y la forma de respirar el mundo que tienen las mujeres, se abra de manera más fluida. Lo que observo es que el tema de ser amadas y protegidas, y el asunto de los hijos…finalmente…se termina abriendo como “el tema” central, y esto es hasta en las almas mas feministas. No es esto algo que yo pienso, una opinión mía digamos: es el resultado de lo que observo en mis consultantes por sobre todo y, también en la vida; por los lugares por donde circulo. En la intimidad, hasta las más feministas, buscan eso; su realización está muy asociada a este planteo.
Recibo y he recibido decenas mujeres talentosísimas en lo que hacen: artistas, periodistas, empresarias…pero, en general, si la realización que menciono no está…el vacio aparece y aprieta fuerte la subjetividad femenina. Ahora bien, por supuesto que esto se complica mucho en la histeria: allí lo que no hay es entrega o deseo a “un hombre”. El disfrute histérico es generar deseo, pero están medio impedidas de realizarlo, de desear ellas; o sí buscan ser amadas, pero por “todos los hombres” “por el mundo todo”… pero no por uno, entonces es ninguno. Están completas, y ama el que está en falta: amamos por que nos faltan cosas y porque -al parecer- es mejor compartir esta experiencia de vivir…con otros. Por eso, también, la gente muy narcisista no puede acceder a un amor real, pues a ellos “nada les falta”, están completos.
Pero lo central es que los hombres, entramos en la grieta (me está saliendo una metáfora casi erótica), nos metemos en lo que falta, eso nos convoca: proteger, mimar, dar amor y protección. Vale decir: por más moderno que sea el discurso hoy, en el fondo, la cosa es más simple. El disfrute del hombre está más en el dar (amor, protección, seguridad económica, por qué no) y, en la mujer, en recibir todo eso; se siente segura y amada desde esos lugares. Hay muchas otras búsquedas y “cosas que convocan” atracción y deseo de una mujer hacia un hombre, pero hablo de las básicas. Allí donde hay una mujer con capacidad de amar, la cosa va por ese lugar. Y esto es independiente de que la mujer logre todo eso por sus propios medios: en el hombre, busca eso. De hecho, en las mesas de mujeres se habla de esto en relación a “otras mujeres”, o con relación a los “los hombres”.
Toda mujer busca el secreto de lo que “es su esencia” en otras mujeres.
¿Cómo son? La mujer indaga el secreto de lo que “es ser una mujer”…en otras mujeres ¿Cómo es esa mujer? ¿Qué tiene al lado? ¿Cómo accedió a tal o cual cosa? Por eso, por ahí dicen, que “El problema de la mujer no son los hombres, sino, la otra mujer”…es una frase medio trillada sí, pero algo de eso hay.Freud murió diciendo: “La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de todos mis años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?”… ¿Interesante lo del viejo Freud no? Los hombres tenemos menos misterio, nos construimos con ecuaciones más simples, para bien y para mal. Pero es central volver a estos planteos. Las posmodernidad nos hizo creer que a las mujeres ya todo esto que digo en el texto, no les interesa; que buscan realizarse a sí mismas y que ya estamos “de vuelta” de estas cosas. Pero, queridos, en la intimidad de su alma…los anhelos…de ellas…de los seres humanos, son siempre los mismos… los primarios: amar, ser amados y “ser” y “tener” algunas pocas cosas.