Manejando la traición

#HistoriasDeCharter

Y se nos plantó adelante.

Y se levantó de su asiento de piloto.

Y esperó que todos lo miráramos a los ojos.

Y nos lanzó su veredicto sin margen de debate. “Yo me juego por ustedes, para que lleguen temprano, y me responden así?”

Y cerró su alegato. “Así no va. Si no les gusta cómo manejo, me lo dicen de frente. No me mandan en cana con los dueños, llamando a la tarde para botonear!”

combiY esperó 10 segundos para ver si alguien reaccionaba. Todos en silencio. Ochoa, el Minero, la Doctora. Beto el del libro. Todos.

Y volvió a sentarse.

Y siguió manejando.

Y hubo silencio. Luego, se escuchó un murmullo que apuntaba a denunciar. Olga, la del asiento del fondo, expresó en voz falsamente baja “Seguro fue la que sube en la rotonda…”. Bicha.

Y llegó el otro día. El chofer volvió a levantarse de su asiento de piloto. “Ya sé quién fue. La que sube en la estación de servicio…”

Y le pedimos que se tranquilice.

Y no nos hizo caso. “Muy ingrata. A esta persona yo la levanté aún sin lugar, con lluvia, siempre!”

Y sentenció: “No la llevo más. Que la levante otro”.

Y se acercaba el momento clave. Laquesubeenlaestacióndeservicio (se llama así) delatora e ingrata, estaría ahí esperando. Según declaraciones del chofer, él pasaría de largo, como venganza a la traición.

Y le suena el celular al chofer…Escuchamos “Ya te dije que no la voy a levantar…”. Silencio. “No me interesa, es una ingr…” Silencio. “Yo tengo digni…” Silencio. “No me importa lo que decida la empresa…” Corte violento.

Y llegamos a la estación de servicio. Sorpresa. Frena el charter. Le abre la puerta. Sube ella, triunfante, sonriente y saluda con un beso al chofer malherido. Ladina.

Y él traga bronca y saliva. Le dice que todos los asientos están reservados. Solo queda libre el individual, arriba de la rueda trasera. Ese que te manda las rodillas a centímetros del mentón.

Y ella se sienta allí. Condenada. Traga bronca y saliva.

Y el chofer, a modo de castigo general, comienza a manejar a uno por hora, ingresando a todos los embotellamientos posibles. Llegamos tarde durante una semana.

Y un día, volvió a levantarse de su asiento de piloto. Nos miró. Dijo: “Esto es lo que querían?. Hablen con ella.”

Y señaló con el dedo a la traidora.

Y se pudrió todo en el charter.

Cariños.