Cuando vemos alguna planta débil, marchita o simplemente triste solemos recorrer a un vivero a pedir algún fertilizante o compuesto químico para animarlas y verlas bien.
¿No sería mejor poder tener en casa ese fertilizante, hecho con nuestros propios restos orgánicos de comida, yerba y otros elementos que consumimos? Esto es el abono orgánico por excelente: el compost.
Desde luego que hay una gran variedad de técnicas y secretos para un compostaje ideal, pero eso nos llevaría varios posts para desarrollarlo. En esta nota nos limitamos a explicar de qué se trata y que podemos utilizar, mientras que la próxima explicaremos cómo llevarlo a cabo.
Transformación completa: de desecho a nutrientes.
El compost es el producto de la descomposición aeróbica de nuestros restos orgánicos, mediante la acción de microorganismos. Es un proceso que la naturaleza lo realiza por sí sola, pero que en la ciudad y en nuestros jardines los podemos hacer de manera “organizada” para aprovechar sus increíbles beneficios en nuestros suelos y por ende para nuestras plantas. Les puedo asegurar que la sensación de transformar las sobras de una comida o un mate en un alimento supremo para las plantas es tan única como cosechar los alimentos en nuestro huerto casero.
¿Por qué compostar en casa? Es una manera maravillosa de generar un cíclo con la tierra: nos da alimentos, nosotros los consumimos y los restos los separamos de tal manera que vuelven a la tierra para alimentar las plantas que darán los frutos. También reducimos la basura que dejamos en la calle, colaborando con la separación adecuada y eficiente de los residuos hogareños. Muchos buscamos un cambio en el mundo desde la ecología y el medio ambiente, pero a veces olvidamos empezar por nuestros propios hogares y todo cambio grande suele comenzar por la suma de otros más pequeños. Esta es una grandiosa oportunidad para comenzar desde lo nuestro.
En el compost podemos incluir dos tipos de desechos, tomen nota.
Desechos húmedos: restos de comida como frutas y verdudas (tanto la cáscara como la pulpa), yerba usada, la borra del café, saquito de té, cáscara de huevo, estiércol de animal herbívoros.
Desechos secos: pasto cortado, restos de podas, viruta (se puede pedir en madereras), papel de diario trozado, hojas secas, cenizas, paja brava.
No debemos incluir en el compost lo siguiente: carne, huesos, pescado, alimentos en mal estado (sólo en poca cantidad), estiércol humano o de animales domésticos, materiales inorgánicos como plástico o vidrio.
A perder el asco: el estiércol es muy benéfico para el compost.
Para aquellos que lo hagan y se animen a ir un poco más allá, cuando estamos en un estado avanzado de descomposición podemos incluir lombrices californianas al compost. Estos fantásticos seres se dedican a reproducirse y a comer y defecar, transformando este abono en una increíble textura granulada del más alto alimento natural para plantas posible, llamado humus.
La próxima nota veremos cómo armarlo y prepararlo para usarlo en nuestro jardín y nuestro balcón. ¡Animense y comiencen a separar sus desechos!