Por: Mariano Marquevich
No olvides esta nota. Quienes de esto se enteraron, pronto lo olvidan, lo subestiman, no toman cartas en el asunto.
Sorprende como los políticos, las comunidades asistenciales y los medios de comunicación rehusan hacer extensa la difusión a la población entera. Quizás por ello esta nota tenga poca difusión. Si estas leyéndola, considerate un afortunado.
Si estornudaste estando con más de dos personas presentes. Si se te cayó la billetera. Si, por casualidad, tuviste la mala suerte de agarrar un tenedor con la mano. Si alguna vez te subiste a un auto. O si leíste una palabra y la entendiste. Estas infectado.
Estos son sólo algunos de los infinitos síntomas asociados con la terrible enfermedad.
Con sólo presentar UNO de estos síntomas es suficiente para quedar diagnosticado por este flagelo crónico y letal. Hay quienes sospechan de un contagio genético intrauterino -poniendo a las madres en el ojo de la tormenta.
Contrasta su divergente evolución -acaso el sello más distintivo de la enfermedad- con su unívoco pronóstico: la definitiva aniquilación del portador.
No existió enfermedad peor que esta. Se desconoce la cura y nadie que la padeció jamas logro evadirse de la muerte.
Por eso, el único tratamiento que existe es meramente paliativo. Aunque es cuestionado y relativo: lo que a algunos sirve a otros los liquida más rápido.
A diferencia de otras enfermedades, esta epidemia desconcierta respecto de la singularidad con que se expresará en el portador. Su manifestación es en extremo variada. Oscila entre una degradación progresiva o el súbito despertar. Entre ellas, una angina mal curada y asintomática que termina con un infarto a los cuarenta. El crecimiento masivo e indiscriminado de células (cáncer) en cualquiera de los órganos -a veces remiten para luego retornar. La toma de decisiones que conllevan a un inevitable accidente vial al contagio de una enfermedad por transmisión sexual (despierta el deseo sexual que lleva a la persona a tener relaciones con un enfermo).
Todos los que intentaron curarla han fracasado. Cuando no empeorarla, extendiendo así el período de incubación, haciendo durar la agonía. La buena noticia es que al estar todos infectados, el contagio a otro es imposible. Las enfermedades dejaron de existir como tales. Se les llaman a todas vida. Y eso es hermoso.
De V.I.D.A. Te haz contagiado. Por Virus Inherente Del Alma te vas a morir.
Sabios de distintas épocas conocían y aceptaban la existencia de este virus. No se sabe el orden: si por sabiduría lo conocieron, o si fue el aceptarlo lo que los hizo sabios.
Ignorar el virus, tal como resulta evidente de las operaciones de los medios y los gobiernos, conlleva a distraernos de los objetivos más importantes. Hay quienes consideran que nuestra existencia es simplemente el evolucionar de esta enfermedad. Cuando el alma toca un cuerpo lo enferma hasta matarlo. Le queda chico.
¿Qué vas a hacer ahora? Te queda poco tiempo.
“La muerte es digna de honores en tanto es cuna de la vida, el seno materno de la renovación. Sin embargo, vista como la antítesis de la vida y separada de ella se convierte en un fantasma, en una máscara horrenda o algo peor todavía. Porque la muerte entendida como fuerza espiritual independiente es una fuerza enteramente depravada; cuya perversa seducción es sin dudas sinónimo del más espantoso extravío del espíritu humano” Thomas Mann. “La montaña mágica”
Link a las novelas
Infobae no se hace responsable por el contenido de esta nota
En este blog hay algunos consejos paliativos, quizás por lo conciso, éste pueda interesarte click acá