Por: Mariano Marquevich
Los cuarentas, los cincuentas, los sesentas, los setentas, los ochentas y los noventas (aunque estos últimos en menor medida) y punto. Hasta ahí llegó…
A nivel artístico, de cada década se puede arriesgar un adjetivo, un cierto aroma, un color, un swing. A cada década le podemos un rótulo adjudicar.
Lo que vino después resulta hasta dificil de mencionar
Los… ¿dosmils? ¿La década del triple cero? Nadie tampoco se ocupó en darle un nombre. Nadie se interesa mucho en hacerlo que digamos…
En síntesis, en lo que a arte respecta, encontramos un inmenso bache entre las décadas anteriores al dosmil y lo posterior. Excepto por honrosas excepciones, no se ha avanzado más que sobre la técnica del pastiche, la copia o la digitalización.
¿Sera por internet? ¿Por descanso creativo? ¿Por la distancia inspirativa a las guerras mundiales?
El legendario y aún vivo artista argentino Luis Felipe “yuyo” Noé hace un paralelismo entre la historia del arte y un strip tease. En este sentido, el avanzar del arte transcurre como una belleza que va cautivando a sus espectadores a medida que se saca las prendas. Como buena bailarina, va subrayando el valor y resaltando siempre la prenda que está a punto de perder. Hasta que la deja caer.
Siguiendo con su brillante analogía, nos encontramos con un problema cuando esta chica ya está desnuda, y sigue bailando, y pasa un rato, y sigue bailando, y no tiene más cosas que sacarse. Se encuentra entonces con dos alternativas: puede llegar a la descomposición orgánica cuya fase ulterior es la muerte de la bailarina. O a bajarse del escenario, recoger sus prendas y dedicarse a otra cosa…
A cien años de que el artista Duchamp pusiera un mingitorio de fábrica en un museo a modo de obra de arte y desdibujara para siempre el límite de lo que es arte y lo que no, seguimos transitando un viaje hacia…
Me gusta pensar que el arte quizás haya terminado como tal y el porvenir sea: la conciencia. Y simplemente eso. Y todo lo que conduzca hacia eso.
Quizás sin decirlo algún día todos sabremos: Se termino el arte, el desafío ahora es la conciencia.
Es el año 2015.
Este domingo de marzo un batallón de pibes de dieciocho años se aglutinaban en San Isidro para ver a Pharrell Williams en el festival Lollapalooza. No es Queen. No es Guns and roses. Ni nirvana. Es Pharrell Williams. Un gran productor musical y esteta. Y dicho esto, rueda un fardo por el desierto. Y de ese fardo se extrae una pajita que Pharrell rumea en primer plano para un video clip de una canción de la que luego pierde un juicio por plagio al difunto Marvin Gayne (artista de los ´70) y dice que “Esta feliz” y lo acusan de plagio también por decir eso…. (actualmente está siendo procesado también por plagiar la canción Happy).
En la foto lo vemos al carismático Pharrell comiendo el fardo en la canción Blurred lines (líneas difusas) objeto de condena e indemnización. Pocos conocen que existe una versión censurada de este video clip dónde sucede exactamente lo mismo que en la versión original, sólo que las chicas que intervienen lo hacen desnudas. La condensación de estos sucesos con todo lo que esta nota menciona es pura coincidencia.
En fin…
Sólo un pensamiento…:
¿La tecnología cada vez más inteligente y nosotros cada vez más idiotas?
Por Mariano Marquevich
Psicólogo y novelista
Twitter: @llavemaestraok
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