Por: Martín París
Click.
Ella te mira.
Tiene la boca abierta, los ojos brillantes, la frente perlada de sudor.
Click.
Ella te invita.
El corazón se me agita de tenerla frente a mí, tan cerca, tan lejos a la vez.
Click.
Ella suspira.
A mí se me entrecorta la respiración (conozco pocos casos de empatía tan sanguínea).
Click.
Ella se ríe.
Porque los dos sabemos que aquí nadie habla de amor.
Click.
Ella provoca.
Y yo quiero verla perder el pudor, una vez más.
Cierro la puerta.
Le doy click al play.
Ella es la elegida.
Y saco un pañuelo de papel tissue.