Así se celebra un acuerdo

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En un momento de gran disputa política entre la industria del vino y el gobierno, cabe destacar la firma de la prórroga por el Acuerdo de Espumantes   (http://www.fabricioportelli.com/2015/01/19/para-que-las-burbujas-sigan-subiendo/). Un convenio firmado entre ambas partes en el que la industria se comprometía a invertir en lugar de pagar un impuesto extra, allá por 2005.

Pasaron diez años y los resultados están a la vista; en las góndolas, en las calles con las publicidades en vía publica, en la tele y la radio, en la web; pero por sobre todo en nuestras copas. Algunos datos contundentes que resultaron de dicho acuerdo, luego de estos diez años:

 

-Se duplicó el volumen de comercialización en mercado interno.

-Se duplicó el número de empresas productoras/vendedoras de espumantes, en especial pequeñas bodegas, lo que favoreció la transformación de un mercado concentrado a uno diversificado.

-Se potenció la demanda de variedades blancas con destino a vinos base de espumantes.

-Se incrementaron las ocasiones de consumo durante el año, de manera de contrarrestar la estacionalidad del producto.

-Se diversificó la oferta de precios de los espumantes.

-Se convirtió en el producto de mayor innovación en toda la cadena vitivinícola tanto por tamaño de botellas como por tipo.

-Se incrementaron fuertemente las exportaciones.

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Más allá del real impacto de esto sobre una industria que mueve mucha gente, y que gracias a la naturaleza se reinventa con cada cosecha, lo más importante a destacar es el resultado en el consumidor. Porque hoy todos tenemos centenares de etiquetas disponibles al alcance de la mano, para celebrar en cualquier momento, y para todos los gustos y bolsillos. Y si bien antes el espumante era sinónimo de festejos y reservado para las fiestas especiales y ocasionales, hoy más que nunca sigue siendo el rey de las celebraciones. Lo que ha cambiado es que nos dimos cuenta que no tenemos que esperar para llenar copas y chocarlas con el de al lado. Un momento cotidiano puede terminar siendo inolvidable con solo un brindis.

La diversidad de propuestas y la llegada a distintos lugares sin duda a potenciado esta nueva costumbre de los argentinos de festejar en cualquier momento. Pocas veces vi que el resultado de un pacto entre industria y gobierno supere las expectativas de todos. ¿No será este el camino para apoyar a toda la industria del vino? Porque si algo le sobra a la vitivinicultura es demostrar que todo lo puede y que goza de un potencial inmensurable.

Soy de los que piensa que debemos sentir más orgullo por nuestra bebida nacional, y esto no tiene nada de político, es sólo sentido común y ganas de que todos la pasemos un poco mejor. Porque la Argentina sin vino sería; además de inimaginable; muy aburrida.

Brindo con espumante por este acuerdo, y espero (brindando) muchos más por el bien del vino argentino.

 

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¿Por qué brindar?

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Se acerca el fin; del año. Algo que no es muy distinto a lo que nos pasa día a día cuando se pone el sol y sale la luna rodeada de miles de estrellas, aunque no siempre la veamos. Porque un día más, también significa un día menos. Ídem con las semanas, los meses y los años. Pero no se puede vivir mirando la parte vacía de la copa, es una visión muy triste. Así, la vida se te pasa y no la disfrutas. En cambio, si vamos hacia delante, sin importar el tiempo que pasó, siempre vamos a querer más; hasta el último día; del año. Por suerte, todo vuelve a empezar. Como esa copa que se vacía, siempre se puede volver a llenar.

Falta poco para que se vaya este año y empiece uno nuevo.
Ojalá se renueven las esperanzas y s cumplan algunos sueños. Todos hemos pasado tragos amargos este año (y los anteriores). Pero a este altura de la vida, ya sabemos que la vida significa camino de ida. Y quizás la v sea de vino; o acaso la planta de la que nace la noble bebida no se llama vid.

Sin dudas que la vida es mucho más alegre, divertida y disfrutable, con vino. En cualquier ocasión.

Un almuerzo cotidiano en plena city, puede convertirse en una pausa renovadora si combinamos el sándwich o el menú ejecutivo de turno (o la empanada, ensalada, etc.), con una copa de vino. No quita reflejos, ayuda a digerir mejor, no cae pesado ayuda a levantar el ánimo. Ni hablar si es una comida de negocios y necesitamos impresionar para cerrar un acuerdo. El vino es el aliado perfecto, es como ese amigo invisible que nos aporta lo que a nosotros nos falta. Porque el vino te va soltando de a poco, para que te animes a más. El resultado siempre dependerá de vos, pero sin dudas que el vino influirá.

En casa, pasa lo mismo. El vino te cambia la cara, por más cansado que llegues del trabajo. Acordate, un buen Malbec puede convertir las milanesas con puré de siempre en un maridaje perfecto y habilitarte (sí, en medio de la semana) una noche insospechada en casa.

Si te juntas con amigos pasa lo mismo,  al principio son todos tímidos, pero luego se van relajando y a medida que el ángel del vino revuela la mesa, la diversión se hace presente. Sea en casa o en un restaurante. La clave, al menos para mi, es poder ofrecer diversidad. Porque así como no comemos solo una cosa, no debemos beber sólo un vino. Y es en esa propuesta de alternativas que todos encontrarán su compañero preferido para cada momento. Empezar siempre con algo fresquito y relajado, como puede ser un blanco o un rosado del año. Si las pretensiones mandan, la alternativa obligada para abrir el encuentro es un espumante. Más allá de otras opciones como pueden ser aperitivos o cervezas. Y luego ir levantando la apuesta de a poco. Vas a ver como al final todos se prenden y todas las botellas que pensabas te sobrarían para la próxima, quedan vacías.

Yo brindaré por la felicidad, ese estado de ánimo que involucra tantas cosas importantes; la familia, la salud, el bienestar, los amigos, el trabajo. Y hay muchos que van a hacer lo mismo que yo.

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A todos les deseo felicidad. Salud.

PD: un dato, por si te sirve, a mi el vino me cambió la vida y me ayuda a ser feliz.

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La confianza es todo

Hay un rey y una reina, pero aún el heredero al trono se hace desear.

El es el Cabernet Sauvignon; que gracias a los grandes vinos franceses de Burdeos se coronó hace tiempo. Porque los Grand Cru Classé siguen siendo de los vinos más codiciados del planeta. Tintos a base de este cepaje, que hasta hoy ha demostrado ser el más longevo y complejo de los vinos tintos. Y si el mundo toma 80% de este tipo de vinos, es fácil entender el por qué de su fama.

Ella es la Chardonnay, que si bien su origen y meca están en la Borgoña francesa, fueron los americanos los que la impulsaron y la globalizaron. Porque en la década de los 70 fue la responsable de virar el consumo y las costumbres de los jóvenes americanos de veinti y treinti. Aquel dorado vino se impuso al Gin Tonic y a la cerveza como copa de bienvenida o inicio de una buena comida.

En ambos casos también tuvo que ver que se trata de variedades plásticas, es decir que se adaptan muy bien a los diferentes terruños y que, gracias a ello, su producción se ha multiplicado. Por eso, ambos cepajes son los vinos más elaborados en el mundo, ya sea como varietales o como componentes de blends.

Pero todo reinado necesita de un heredero. Porque no solo el tiempo pasa, sino que las costumbres de los pueblos van cambiando.

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Hoy el vino ya está instalado en la sociedad mundial como la bebida más noble y versátil a la hora de sentarse a la mesa, aunque el consumo per capita por habitante siga siendo ínfimo. No obstante se han diversificado las ocasiones y desestacionalizado su consumo. Pero hoy, el tiempo no corre, vuela; y nosotros al parecer también. Queremos todo rápido, todo ya; incluso los que disfrutamos de cada momento. Ya no se lee el diario, se ojea el Ipad, ya no se ve la TV, sino el compilado entero de la serie favorita en la compu, etc. Y en vinos se podría decir que no importa tanto la longevidad como la agradabilidad al momento de descorcharlo. Y ese impacto es el que cuenta, porque tampoco tenemos tiempo para guardar un vino y esperarlo. Para qué, además ya hay gente que lo hace y muy bien por nosotros (Vinoteca Ligier, por ejemplo). Además, los grandes vinos de hoy ya están muy ricos al salir al mercado, y eso o saben incluso los que guardan vinos en sus cavas.  Sobre todo el Malbec.

Creo fervientemente que nuestro Malbec (aunque sea de origen francés) tiene serias chances de ser el Príncipe, y luchar por el trono. El Syrah, lo intentó hace algunos años, con el gran impulso australiano, pero no le alcanzó. El Pinot Noir es tan delicado que es muy difícil de replicar.

¿Y el Malbec?

El Malbec tiene muchos atributos que lo postulan, sobre todo en tiempos de hoy. Es versátil, siempre cae bien parado, incluso desde la primer copa. Porque es amable, fresco y dulzón en su carácter siempre frutal. Podrá ser un vino más de texturas que de fruta, más verde que maduro, más liviano que concentrado, que igualmente se las arregla para gustar siempre. Sus taninos son suaves, aunque pueden ser también incisivos, pero nunca agresivos (si el vino está bien elaborado). Es generoso en su expresión, y puede mantenerla viva por mucho tiempo. Tanto, que hasta hoy no podemos apostar por un plazo, ya que  los mejores vinos actuales parecen ser inmortales. Acá está presente en todas nuestras zonas vitivinícolas. También en Cahors, al sudoeste de Francia que es de donde viene. También, poco a poco algunos países se van animando (Chile, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Australia, etc.). Es decir que puede andar en cualquier clima y no tendría problemas de desparramar su generosidad por el resto del mundo. Pero ahí no está la clave. Su secreto es otro. Y eso es lo que lo hace diferente a los demás.

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Hay que partir de la base que todos los vinos dicen cosas, sólo hay que querer escucharlas y disfrutarlas. Sin embargo, la gran mayoría de los vinos confunde y aleja al consumidor. No así al conocedor, que busca esos recovecos; porque en esas aristas complejas radica parte del placer una vez que se desanda el camino del vino. El conocedor pone foco en lo que le falta al vino más que en lo que tiene. Pero son la minoría. Lo que importa es lo que opinan y hacen los consumidores. Y el Malbec, a todos ellos les da confianza; simplemente eso. La confianza de poder decir a la primera copa qué rico vino, me gusta porque es suave, amable, nada agresivo. Me divierte porque me llena la boca, es jugoso, y bla, bla, bla.

En un mundo que necesita nuevos consumidores de vino tanto como el agua, el Malbec parase ser  la mejor salvación. Porque atrae, no aleja, contiene no repele y gusta sin vueltas. Y es gracias a esa confianza en si mismo que da el Malbec que se forjan los consumidores; los mismos que devienen con el tiempo en conocedores y son capaces de apreciar todas sus capas de aromas, sabores y texturas. Porque todos sabemos lo que nos gusta. El problema es que la mayoría no sabe que sabe. Por suerte está el Malbec para facilitar el camino. Es sin dudas la puerta de entrada al mundo del vino argentino. Y por qué no soñar que los nuevos consumidores chinos, rusos, indios y del mundo entero, pueden usar la misma puerta que nosotros.

Miguel Brascó siempre defendió la “drinkability” del Malbec. Hoy ya no está acá al lado mío, pero puedo entender más mejor que nunca sus palabras. Porque eso significa mucho más que tomable.

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Zapateros, vuelvan a sus zapatos

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Walter Bressia tiene el foco puesto en hacer vinos en familia.
Sabe que alguien se los vende muy bien, y que otros escriben lo que se merecen sus vinos

Los dichos tienen tanto de cierto como de viejos, y en este caso me sirve de mucho para analizar lo que está pasando hoy en el mercado del vino. La evolución supone cambios, y por su nombre, también una mejora. Eso se ve nítidamente en la calidad de los vinos. Algo que ya esta fuera de toda discusión y que ya no es un tema, sino que viene implícito en cada vino, sin importar su rango de precio. Hoy, gracias a la evolución, los vinos van en busca de ganar en sutilezas, en aspectos diferenciales a partir de un terruño específico y de elaboraciones menos intervencionistas. Claro que para no meter la mano, hay que saber mucho. Y en eso están los enólogo, estudiando suelos, influencias de temperaturas, optimización es de riegos, probando con diferentes recipientes de elaboración y crianza, etc.

Pero al mismo tiempo las mismas bodegas que marcan el camino de la evolución, no están contentas con sus volúmenes de venta. En el mercado externo, porque no pueden aumentar los precios como quieren y la inflación les ha erosionado el margen, y por ende la motivación. En el ámbito local, si bien pueden tocar los precios a gusto y piacere, el consumidor nunca llega a alcanzarlos. Porque cuando se está empezando a enamorar de una etiqueta, se la corren un poquito más allá, hablando del precio. Pero la problemática es más profunda, y tiene que ver con lo cultural. Esta claro que vivimos en un país con situaciones que modifican constantemente nuestros usos y costumbres, y que siempre estamos preocupados por llegar a fin de mes lo mejor parados posible. Y el vino, como cualquier otro producto  sufre esos vaivenes.

Pero yo me pregunto como puede ser que se haya desperdiciado la década ganada del vino. A esta altura deberíamos estar tomando todos, mucho mas y mejor. Sin embargo estamos estancados. Y la culpa es un poco de todos.

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Las bodegas, porque salieron a vender vinos en forma directa por donde se pueda, ya sea puerta a puerta, a través de valijeros o de manera virtual. Las vinotecas por su parte se metieron en el mundo de las revistas;  tal punto que hoy todas tiene su propia publicación. Algunas más dedicadas a los contenidos pensando en el cliente mientras que otras son catálogos de venta disfrazados. Pero la realidad es que son revistas de buena calidad y gratuitas al alcance de los clientes. Sumado a la falta de tiempo relajado para leer, estas se han convertido en el único material de lectura especializada en las casas de los enófilos. ¿puede haber sido esto una revancha hacia aquellas revistas que se metieron a vender vinos? Quizás. Porque existen varias publicaciones que juntan distintas botellas, la mayoría hoy a la venta en vinotecas y restaurantes, y se las hacen llegar a la casa de sus socios y/o suscriptores. Hace mucho, cuando sólo existía el Club del Vino del recordado Cacho Vázquez, la idea es ofrecer vinos exclusivos, entendiéndose por ello vinos in conseguibles en Capital y alrededores. Pero hoy, esa exclusividad la tenemos en todos lados, porque a donde vamos siempre encontramos vinos que no conocemos. Me pasa a mi diariamente que me dedico a esto, y por eso me imagino lo que le pasa al consumidor. Esto, que parece un dato menor no lo es. Porque la venta de vinos es un arte tan importante como la elaboración. Lo mismo que editar una publicación. No es algo sencillo, debe haber una línea editorial, un respeto por el lector una distancia crítica y una consistencia en el mensaje. Algo que es imposible si se está de ambos lados del mostrador.

Por ultimo las exposiciones de vino. Hoy, todos hacen una, y el resultado está lejos de ser un beneficio para todos. Porque más allá de lo atractivo que significa tener eventos todos los días cerca de casa, hay que pensar en los que exponen y esa gran cantidad de vino regalado. Hay que preguntarse si se cumple el objetivo. Algo que claramente no está pasando, porque si no las bodegas no se quejarían de sus magras ventas actuales. Hay bodegas que hacen su propia feria, hay distribuidores que juntas a sus bodegas clientes para dar de degustar sus vinos a clientes y aficionados y surgieron organizadores de ferias de todos lados, más como oportunistas de un negocio que como verdaderos promotores del vino argentino.

Todo esto explica nuestra coyuntura. Si cada uno retrocediera algunos pasos y pudiera volver a poner foco en lo suyo, en lo que verdaderamente sabe hacer y por lo que se ha ganado el respeto del consumidor, todo seria distinto. Por Ejemplo, no  habría vinos por todos lados sin precios de referencia, habría vinos donde corresponde y al precio adecuado; léase no tan inflados. O las bodegas podrían pagar una publicidad como corresponde en un diario o en las revistas especializadas, sin necesidad de recurrir a entregar miles de botellas en canje que deambulan por ahí. Sin dudas, todo sería más claro si los zapateros volvieran a sus zapatos.

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A mi no me importa

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A la hora del vino, tu gusto es tuyo y el mío es mío. Y así como a vos no te importa el mío (o no debería), a mi tampoco el tuyo. Porque cuando te hablo de un vino que conocí, que degusté o tomé en alguna situación, trato de compartírtelo desde un lugar objetivo. Ya se que me vas a decir que la degustación y la apreciación de aromas y sabores son subjetivas. Y tenes razón. Pero mi punto de partida no es mi gusto sino la calidad del vino. Y a partir de allí trato de describirlo acabadamente, basado en la experiencia, el conocimiento de la etiqueta, del enólogo, del terruño, y sobre todo de la intensión del vino. Con todo eso me formo una opinión y le pongo un puntaje. Y mi gusto no cuenta, porque yo no vengo a imponer nada, sino a compartir mis experiencias con el único objetivo de los que me lean, como vos, les den ganas de descorcharse un vino y disfrutarlo.

Estoy seguro que esa es la mejor manera de poder aportar algo para que el consumidor, que no tiene tiempo de probar tantos vinos como yo; porque simplemente se dedica a otra cosa; sienta curiosidad. Y en todo caso, cuando está tomando un vino recuerde algo de mis palabras, y que las mismas lo ayuden a determinar cuánto le gusta tal o cual vino. Una vez más mi gusto no cuenta, sino el tuyo; al menos para vos.

Por más líder de opinión o referente que uno sea, no hay que tomar partido, no hay que involucrarse con el vino desde lo personal sino desde lo profesional. Si yo quiero imponer mi gusto, y califico un vino en base a eso, seguramente te estaré dejando afuera muchos vinos que puedan llegar a ser de tu agrado. Dicho de otra forma, si a mi no me gustan los vinos concentrados, o alcohólicos o los que vienen en botellas pesadas, y por eso los mato con los puntajes, estoy siendo muy subjetivo. Y por lo que yo entiendo, también poco profesional. Porque ese vino concentrado puede ser redondo, puede tener mucho potencial, e incluso puede tener aromas y sabores agradables. Y hasta ser más envuelto que un vino liviano, con mucha acidez y que raspe el paladar con sus texturas “atizadas”, como los que hoy están de moda.

Hablando de eso, el gusto amplificado por la comunicación, también fomenta modas. Si hoy me cansé de tal o cual vino, y descubrí la novedad, todo lo anterior no es tan bueno como este. Algo así como borrar con el codo lo escrito. Es cierto que todos vamos cambiando, creciendo, y el paladar también. Pero no hay nada mejor, para un periodista al menos, que ser consistente. Pero no con su gusto personal, sino con los vinos. Si un vino es bueno, lo es, guste o no. Cuántas veces estuviste frente a una copa de vino que todos alrededor ponderaban y a vos no te gustó. Hay vinos de calidad que seguramente no son de tu gusto, ni del mío. Pero sabes una cosa, yo estoy acá para probarlos a todos y contarte como son, darte tips, informarte de lanzamientos o simplemente recordarte que existen, de una manera atractiva para poder captar tu atención. Allí sí uno puede demostrar sus talentos y lograr un estilo. Pero una vez más, mi gusto no cuenta.

Referentes, periodistas y comunicadores que hablen de vinos hay muchos, y todos son profesionales. Algunos con estilo, otros se apoyan 100% en su gusto esperando que sus seguidores y la industria los avalen. Otros toman más distancia, e incluso viven lejos de donde se hacen los vinos, o hasta nunca nos visitaron. Sin embargo hablan de los vinos argentinos con gran influencia.

Yo vivo acá, tomo diariamente vinos argentinos y trato de conocer cada día un poco más. Comparto muchas cosas con los que hacen los vinos que degusto, porque somos de aquí o habitamos en el mismo lugar, comemos las mismas comidas, sentimos el fútbol de la misma manera. Y por eso tenemos las mismas costumbres. Las mismas que las tuyas. Compartir todo eso me da una visión tan global como nuestra, de los vinos argentinos. Algo muy difícil siendo extranjero y de visita, o degustando a la distancia.

Hace 15 años que degusto vinos y los comparto aquí, comunicándolos a través de diferentes medios. Y quiero seguir haciéndolo.

Hoy comienzo una nueva etapa con www.fabricioportelli.com, te espero para recorrer juntos este fascinante mundo del vino.

Ojalá pueda ser un aliado en tu camino, alguien que te muestre las opciones para que puedas elegir mejor, y así disfrutar más. Eso sí me importa.

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¿Es un cuento chino?

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Claramente no, si nos estamos refiriendo al consumo actual de vinos, principalmente tintos. Porque China ya es el principal consumidor de vinos en este rubro, y quinto si le sumamos blancos, espumantes, rosados y dulces. Y si la tendencia se mantiene; ¿serán los salvadores de la categoría alrededor del mundo, tomándose los excedentes y potenciando la producción, o nos dejarán sin vinos para disfrutar a diario? Continuar leyendo

Malbequizar. Me gusta la idea.

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Esta semana, Mauricio Macri lanzó una frase (y varias explicaciones) que realmente motiva; al menos a los amantes del vino. Porque es una prueba de cómo aprovechar la (indudable) década ganada del vino argentino, en pos de mejorar la calidad de vida de todos. Continuar leyendo

Aristóteles sabía brindar

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Todo hombre por naturaleza tiene aspiración al conocimiento. Sabias palabras que desafía la máxima popular actual que asegura “el mejor vino es el que más te gusta”. ¿Por qué? Porque deja en evidencia que sin conocimiento no puede haber atracción verdadera, o duradera. Veámoslo de esta forma; nadie se enamora sin conocer. Se puede quedar flechado a primera vista o impactado a primera copa. También se puede disfrutar mucho de un vino la primera vez que se lo toma, incluso siendo un bebedor ocasional; de esos que no le prestan demasiada atención a la cosa (que está en la copa). Pero para disfrutar más hay que conocer. Continuar leyendo

Vení, hacete amigo del vino

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Se dicen tantas cosas del vino, pero por suerte no está todo dicho. Falta mucho para eso. Pero sigo sorprendido como aún al vino argentino le faltan amigos. Y con amigos me refiero a consumidores. Porque en los últimos años, el vino ha hecho mucho para acercarse a todos. Lejos quedaron los tiempos en los cuales sólo se lucían algunos pocos cuando se celebraba algo importante. O mejor dicho, se lucían todos y a diario en las mesas nacionales. Pero la evolución nos demostró que aquellos vinos omnipresentes no tenían los atributos de los actuales. Continuar leyendo

El Malbec es como Messi

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¿Hasta dónde puede llegar el Malbec?

 

 

 

 

 

 

 

No se trata sólo de un oportunismo mundialista, sino de una de las analogías más claras. Porque no sólo se puede leer, sino que también se puede beber y comprender mejor, además de con la mente con el paladar. Porque sin dudas, es el mejor vino de la Argentina. Continuar leyendo