Por: Alejo Bernasconi
Deben haber existido, seguramente, encuentros con un mayor nivel de volumen de juego, de puntos más espectaculares y de jugadas que quedan grabadas en la retina. Es decir, es dificilísmo abarcar el espectro de TODOS los partidos del año, en una de esas en la semifinal del torneo anual las inferiores de Polonia se jugó a mil y, claramente, nunca nos enteramos. En este caso me dejo llevar por la importancia del cotejo, la emoción, el desencadenamiento del juego, porque se enfrentaban los dos equipos más poderosos del planeta y en la instancia más envidiada por todos. La final olímpica entre Rusia y Brasil es, por lejos, lo mejor del voley en este 2012:
Dicen que en los Juegos Olímpicos todo puede suceder, que las mayores epopeyas deportivas pueden llegar a darse, que es la cuna de los milagros, que la perseverancia y la tenacidad se hacen carne y se apoderan de los atletas, donde nada es imposible y en esta final quedó más que evidenciado. Rusia y Brasil son los grandes dominadores en la historia del voley (sumémosle a EEUU y a Italia, obvio), se han enfrentado cientos de veces ya sea en primera ronda como en instancias decisivas, dejando en claro las dos matrices de juego de cada uno. La velocidad y potencia brasilera contra la fuerza y el bloqueo ruso, con el correr de los años ambos comenzaron a parecerse más. Si bien apunto un par de líneas más, lo interesante lo dejo aquí abajo:
Todo lo que ocurrió es para la historia y el archivo. Cuando uno se pone a ver (disfrutar) una final de primer nivel, lo que espera y desea es que vaya a tie-break, así se puede apreciar del mejor potencial la mayor cantidad de tiempo posible. Aquí no sólo se llegó a un set decisivo, ¡sino que los europeos levantaron un 0-2! Otro de los factores que exacerba la magia del partido fue lo que ocurrió a partir del 3er set, precisamente por esta razón. El entrenador franco-bielorruso Vladimir Alekno, realizó unos cambios inesperados mandando a su as de espadas Maxim Mikhaylov a jugar como receptor en reemplazo del experimentado Taras Khtey y a Dmitriy Muserskiy como opuesto (rol que cumplió gran parte de su carrera), siendo en verdad central. Para los que no estén tan empapados de voley, esto que ocurrió fue inaudito, insólito y arriesgadísimo, un manotazo de ahogado que tuvo final feliz, y vaya que lo tuvo. El jovencito Muserskiy no sólo que rindió con creces en el “nuevo” puesto, sino que terminó siendo la figura anotando la apoteósica cifra de 17 puntos en un set.
Párrafo aparte para el armador ruso Sergeï Grankine, lo que significó una verdadera revancha ya que había perdido la titularidad en las manos (cuack) de Alexander Butko, el talentoso levantador de rulos que le salvaba las papas tal como había hecho en la final de la World League 2011 (la cual también fue contra Brasil y también fue 3-2 para Rusia, casualidad). En este caso, el blondo jugador tuvo que entrar en la situación más difícil, con el partido prácticamente perdido, en un equipo nuevo pero sin la presión de tener que conducirlo hasta la victoria. Hizo figura a Muserskiy, le levantó el nivel a Tetyukhin (quien luego sería el mejor atleta ruso del año) y fue uno de los grandes artífices de la epopeya.
Repasemos, ¿por qué pienso que es el mejor partido del año? Es JJOO, es la final, se enfrentan Rusia y Brasil, se cree que los cariocas tienen todo cocinado, cambios drásticos en el equipo europeo, jugador que hace 17 puntos en un set, tie break, se remonta un 0-2. Si antes del encuentro me decían que iba a ocurrir, al menos, la mitad de todo eso, lo firmaba sin dudarlo. No sé a ustedes, pero ver los últimos puntos (aunque lo haya hecho unas 500 veces ya) me produce piel de gallina. Aparte, salvo la final de Atlanta 1996, que Holanda venció a Italia en un tie break espectacular y épico, las anteriores finales venían siendo muy inclinadas hacia una selección: En Sidney 2000, paliza de Yugoslavia a Rusia, Atenas 2004 Brasil con Italia y viceversa le pasó a la verdeamarelha con EEUU en Beijing 2008. ¿Con esto qué quiero decir? Los JJOO se merecían y nos debían una final así.