Por: Tatiana Schapiro
Lejos quedo esa época en la que salíamos de casa con lo puesto. Necesitábamos 5 minutos de preparación y con sólo llevar llaves y celular estábamos listas. Ahora hace falta más media hora, un bolso gigante y todas nuestras neuronas atentas para no olvidarnos de nada.
Lo primero es rezar para que nuestro bebe no llore y así poder meteremos de lleno en la tarea para no olvidar nada. Sí mientras nos preparamos tenemos que cantarle, jugar o hacer cualquier monería para que se entretenga estamos destinadas a dejarnos la mamadera. Lo peor no es olvidarla, sino dejarla preparada, lista para meter en el bolso, en la mesada de la cocina y darnos cuenta de su ausencia cuando más la necesitamos.
Aunque la mayor cantidad de cosas las llevamos “por las dudas”, ese por las dudas se termina convirtiendo en 8 kilos a cargar por nuestra espaldita:
- Ropa por si es necesario cambiarlo, cosa que puede suceder más de una vez y debemos estar preparadas.
- Ropa de abrigo por si refresca, aunque pensamos ir solo a tomar un café y hacen 37 grados, nunca está de más un saquito.
- Ropa de verano por si hace calor ¿y lo que teníamos puesto de que estación era?
- Pañales como para una guardería entera (¡Por si acaso!)
- Chupete, aunque no usa, pensamos que nos puede sacar de un apuro.
- Mamadera con agua, Mamadera con leche….¡menos mal que todavía no come!
- Babas, babitas, baberitos…. ¿No serán demasiados?
- Juguetes de todas formas tamaños y colores.
- Cambiador, no vaya a ser cosa que tengamos que cambiarlos apoyados en una toalla.
- Toallitas, oleo, algodón y un arsenal de productos de limpieza.
Y así sin darnos cuenta el bolso está por explotar. Por supuesto a esto tenemos que agregarle cochecito, huevito para el auto, y nuestros propios petates. Porque si para ellos llevamos el placard entero, para nosotras aunque sea una misera camperita podemos cargar.
Ojo, esto es para salir un ratito, si de irnos un fin de semana se trata ahí sí, va a ser más fácil contratar un camión de mudanza.
Pero lo peor está por llegar, porque cuando crees que tenés todo listo y te disponés a llamar el ascensor tu princesita decide hacerse caca y no te queda más remedio que volver a entrar.