Por: Tatiana Schapiro
Estoy casi convencida de que todas las que nos convertimos en mamás por primera vez, cumplimos por lo menos con siete de estas diez señales con las que nos podemos identificar fácilmente:
- Te levantás 14 veces por noche para ver si tu bebé respira bien, lo miras, lo escuchas, hasta le apoyas mano en la pancita y por supuesto lo terminas despertando.
- A la hora de preparar el bolso podes vivir dos situaciones, ser de esas mamás que “por las dudas” llevan 10 pañales y 5 mamaderas, o las que se olvidan de todo porque piensan que como su hijo ya comió, en esa “escapadita” de media hora no necesita nada. El resultado será que la primera no va a usar nada y la que se fue con una cartera minimalista volverá a casa con su hijo usando una servilleta del bar como pañal.
- La inexperiencia nos lleva a ir a vacunar la semana anterior a que empiecen las clases. Supongo que será falta de práctica y no un claro amor por esperar rodeadas de papás y chicos fastidiados.
- La esterilización de cada mamadera y chupete antes de ser usado por seis meses es un gran indicio de mamá primeriza. Con el segundo hijo esta labor dura un mes y con el tercero abrimos el paquete y gracias si lo enjuagamos, total lo peor que puede pasar es que el bebe “cree anticuerpos”.
- Dedicamos media hora a lograr que el bebé haga provechito despues de tomar la teta aunque esté re dormido y jamás consigamos el dichoso eructo, pero por si acaso valen la pena los golpecitos durante 30 minutos aunque sean las 4 de la mañana.
- Escuchamos todos los consejos y lavamos la ropa como nos indicaron las abuelas, a mano, con jabón blanco, secado al sol, planchado y guardado en bolsitas a prueba de ataques extraterrestres hasta su nacimiento. Esto seguramente lo seguimos haciendo hasta que nos damos cuenta de que el perro le chupa la cara al bebé y que la criatura evidentemente no es tan frágil como para el lavado a prueba de Antrax.
- Otro clásico es el bebé sobreabrigado en la calle aunque hagan 30 grados. El pobre está con osito, pantalón, buzo, campera y gorro. Mientras las mamás vamos en remera de manga corta sin darnos cuenta de que finalmente fuimos a un bar y no a la Antartida.
- Abusamos de la cámara digital, y sometemos a nuestro primogénito a un promedio de 70 fotos diarias y videos de cada “primera” cosa que hace.
- Vamos al pediatra con una lista interminable y en muchos casos absurda de preguntas para el médico, que resignado se entrega a la ardua labor de explicarnos entre otras cosas como sacar una basurita del ojo del bebé.
- Todas hemos transforma más de una decisión menor en una cuestión de Estado, definir la marca de pañales o el uso de chupete puede llevar sesiones de terapia y un análisis de fortalezas y debilidades en el que opina todo el barrio.
Seguramente la llegada del segundo bebe nos encontrará más ocupadas y relajadas. Ni que hablar del tercero que ya va a usar la ropita que le regalaron desde la bolsa del negocio y tomará la mamadera acostado hasta quedarse dormido sin conocer de que se trata un provechito, pero al final el primero es el que marca el camino y nos enseña a ser mamás.
¿Ustedes cuáles de estas situaciones pasaron?