La clase de Salsa

Le digo a mi novia que estoy bastante agobiado con el trabajo. Que creo que necesito despejarme un poco y encontrar alguna actividad que me ayude a vivir otras circunstancias. Algo que no tenga nada que ver con lo laboral y me permita distraerme de alguna manera.

—Voy a ir a salsa —le anuncio con cierta determinación.

Me mira con desconfianza.

—Voy a probar —le digo—. Tengo que hacer algo diferente.

salsaEs ahí donde me permito explicarle la situación, la necesidad. Los motivos esenciales que movilizan la eventual acción y que se transformarán en nuevas experiencias. Me rescatarán de algunas rutinas y me darán el aire de vida que estoy necesitando.

Comento con espontaneidad y convicción estos menesteres, para fundamentar la decisión en forma razonable y despejar cualquier otro tipo de especulación impropia para tan sano propósito.

Me escucha, pero no la veo entusiasmada. Tampoco se muestra decidida a bloquear mi camino. Lo que me hace pensar que esa primera intención podría convertirse en realidad, impulsándome hasta la institución que promete ofrecerme esa vivencia, y es capaz de atraer mi cuerpo que entrará quién sabe cuándo con cierto recaudo, para ofrecerse a la experiencia, la circunstancia que facilitaría desestructurarme un poco, mover mis caderas, brazos, cabeza, con cierta timidez al comienzo, supongo, y luego con mayor confianza, acentuando los movimientos, los gestos, la sonrisa y permitiéndome por fin recibirme como un digno bailarín que se mueve con soltura en la pista de baile, sonríe y celebra la existencia, tras haber aprendido la destreza de la salsa y dominar en forma absoluta e irremediable los pasos y movimientos que me permitan salir airoso del desafío.

Vivo la escena mientras comento que iré al lugar que me rescatará de algún modo. Porque íntimamente sé que es una decisión incuestionable y definitiva.

Pero mi novia no dice nada. Sólo me mira amenazante. Debe ser porque su diálogo interno no condice con el mío, se encuentra desalineado de algún modo y cierto espíritu de desconfianza erosiona su apoyo para esta actividad tan sana y pura en apariencias.

Si no fuera por la morocha que aparece en la publicidad como líder de la clase de salsa, ella tendría otra mirada.

Y yo mañana comenzaría con mis primeros pasos.

 

Escritos de la Vida - Juan Valentinitapa2 para face

 

¿Otra vez seremos campeones?

Otra vez queda poco para que se defina el Mundial, alcemos la Copa y corroboremos la única certeza que tenemos todos. La que preservamos por cuestiones de humildad o educación pero íntimamente reconocemos los nacidos en la Argentina.

Somos los mejores del mundo.

Qué duda cabe. La vida nos ha hecho nacer en estas tierras y nos ha dado esa bendición. Que el Seleccionado Nacional Argentino es el mejor del mundo y que esta vez alzará la Copa delante de todos, para demostrar una vez más que en estas latitudes están los mejores jugadores del planeta y que nuestro equipo por fin recibirá la acreditación que le corresponde, como el mejor equipo del mundo.

campeonesargentinos1Todos lo sabemos aunque debamos callarnos o hacernos los distraídos. En el fondo, si uno es argentino, sabe que somos los mejores y que si la realidad no lo ha certificado aún es por los caprichos de la naturaleza, que por extraños azares o jugadas de la mala suerte provocaron los infortunios.

Injusticias, en verdad.

Porque Argentina debió ser campeón no sólo en el ’78 y el ’86, también en el ’82, ’90, ’94, ’98, 2002, 2006 y 2010.

Esa sucesión de traspiés podría estimularnos a reflexionar y constituir un aprendizaje.

Quizás no somos los mejores del mundo y nuestros jugadores no son los numero uno. Pero balbucear esas posibilidades sería una intención riesgosa porque iría en contra de los genes argentinianos y ocasionaría la más profunda y sentida ofensa al pueblo futbolero argentino.

Por eso, no hablemos de gusto ni nos adentremos en especulaciones ficcionales. Digamos las cosas como son.

La mala suerte existe. Continuar leyendo

El perjuicio de opinar igual

Deberíamos sospechar.

Sospechar de quien opina siempre igual que el otro. Especialmente si se trata de alguien que tiene menor jerarquía de poder y está subordinado al mandamás.

Cuando esto ocurre, las cosas no andan bien. Porque nadie es un calco del pensamiento ajeno. Y no hay ímpetu en el mundo posible que pueda duplicar con exactitud la mirada del otro.

advertenciaPor eso, en lo más recóndito de esa acción, se esconde la farsa. La simulación, que es un burdo truco que emplea quien da la razón por un beneficio especulativo y personal.

Así el interlocutor suele quedarse tranquilo. Sentir que el subordinado está alineado y es incondicional en todas sus formas. Al punto de denigrarse como sujeto, silenciando lo que en verdad piensa, y diciendo lo que el líder quiere escuchar.

Acción que lo deja contento.

Y al condescendiente, muchas veces, firme en su puesto de trabajo.

Ese vínculo, que con frecuencia termina consolidándose, tiene un grave perjuicio para ambas partes. Muchas veces percibido y otras veces inadvertido. Esa es, tal vez, la razón por la cual permanece, se asienta y constituye la naturaleza de algunas relaciones. Continuar leyendo

Nada es más importante que el Mundial

Es mi hermana mayor quien se muestra molesta y de la nada hace un comentario sobre el campeonato Mundial de Fútbol. Estamos en la cena familiar, cuando escucho sus palabras y me siento incitado a abrir la boca.

—El Mundial es una pantomima para entretener a la gilada —digo sin titubeos para provocar.

Mi cuñado, el más religioso, está sentado al lado mío y salta enseguida. No sé qué dice de los libros, porque mi padre desde la cabecera también habla. Lo que sí escucho es que no puedo decir eso yo que respeto tanto a quien piensa diferente.

La observación espontánea es certera y atinada, pero no merma la voluntad de seguir revolviendo el avispero.

—Franco, el dictador español, decía que si había problemas tenían que hacer jugar al Real Madrid —les recuerdo.

festejosargentinaDecido proseguir sin mayores miramientos, mientras mi hermana parada se muestra también decidida a ofrecer batalla. Es ahí cuando me embarco en el desarrollo de una teoría espontánea para acentuar la apuesta.

—El deporte es una manifestación mucho más precaria que el arte. Yo no voy a decir nada en contra del Mundial, porque es lindo y se festeja con intensidad, pero en verdad es un acontecimiento burdo que no tiene ninguna relevancia –afirmo.

Y para rematar digo: no se puede comparar un gol con “Cambalache”. Continuar leyendo

Mundial: el mensaje que el Papa nunca dio

Me indigné. Y creo que con razón. Como tal vez se deben haber indignado muchos de ustedes.

Debe ser, en parte, porque estoy más viejo. Porque me enojan las injusticias y me perturba la deshonestidad. O los actos pervertidos que suelen salir airosos y ser festejados por algún público que los celebra. Y, en ese reconocimiento, les da ánimo para continuar por el mal camino.

Creyendo, así, que todos son muy vivos. Y que la picardía es un valor reconocido por nuestra sociedad. Un valor que nos lleva a grandes logros, cuando en verdad nos impulsa a alcanzar la peor versión de nosotros mismos.

Por eso, protesto. Y me indigno.

PapaPorque no puede ser que se use al querido Papa Francisco para hacer una publicidad, tergiversando sus dichos y orientándolos a otros fines. No hay justificación posible para ese despropósito.

Recortar fragmentos de discursos que realizó Francisco para orquestar un relato publicitario que procura ensalzar el sentimiento nacional y emocionar a los argentinos, me parece detestable. Impúdico.

Inmoral. Continuar leyendo

La loca

Tengo miedo.

La loca ha decidido atacarme con todas sus fuerzas. Y ha comenzado su propósito con la determinación de quien está obsesionado con el triunfo. Por eso arremete con violencia y quiere dañarme, desangrarme como sea. Con palabras, fabulaciones, cuentos que inventa y en apariencias cree. Porque narra con fascinación y lo hace como si estuviera enceguecida por sus propias verdades. Verdades que elucubra de algún modo y que luego habitan en su ser y en su corazón. Por eso ella sigue sus razones, las convicciones inquebrantables que formula y transforma en sus propias creencias. En su religión. Y en ellas, yo soy el culpable de sus suposiciones. El protagonista maligno que estropea su vida.

locaTengo miedo.

La loca arremete sin miramientos y se muestra capaz de hacer cualquier cosa. Cada día recibo decenas de mails donde me dice que he hecho tal o cual cosa para arruinarla, que discrimino, que tiro tiros por el barrio de noche, que soy el causante de su frustración y fracaso, el responsable de que ella no tenga el protagonismo que debiera tener en la sociedad, que debo responderle y hacerme cargo de sus elucubraciones. Continuar leyendo

¿Vamos a vivir en un clima agresivo?

Una agresión lleva a otra agresión. Un insulto a otro insulto.

Así el círculo vicioso va ganando protagonismo en la sociedad, erosionando las relaciones y vulnerando al ser humano.

Cuanto mayor es la agresión, mayor es la búsqueda de lastimar al otro. Así la intención de dañar al semejante se ha convertido en un propósito insano, que denigra la calidad de la persona que lo acomete.

¿Por qué ocurre esto?

Es cierto que en cuestiones humanas la complejidad del hombre supera las posibilidades de arribar a conclusiones definitivas. No hay estudios, ni observaciones, análisis o abstracciones que puedan ofrecernos verdades inquebrantables.

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Apenas si podemos aspirar a inquietarnos un poco para observar la realidad con la intención de abordarla, comprenderla y facilitar las condiciones de afectarla en forma positiva.

No es poco.

Si somos capaces de elevar el nivel de conciencia en el torbellino que estamos metidos, abrimos la posibilidad de repensar su conveniencia e iniciar el camino para producir los cambios que se consideren beneficiosos. Porque, después de todo, no estamos para denigrar la realidad en que vivimos, sino para procurar hacerla lo más virtuosa que podamos.

¿Será la agresión una manifestación de la viveza criolla? ¿Quién agrede con hostilidad, pensará que el acto lo representa como alguien astuto? ¿Creerá que el insulto lo vuelve alguien inteligente? Continuar leyendo

El desafío de redefinir la identidad

Y, si te ponés en el centro del quilombo obviamente te van a cuestionar. Te van a dar con un palo. Para que tengas. Guardes. Y te vayas a tu casa repleto de moretones, con dolor en la cara, en el hombro, en los brazos, piernas. Y muelas.

3d small people-wrenchTodo por haber asomado la cabeza y haber sido expuesto por voluntad propia a las fieras que están al acecho para acometer justicia. O propinar unos buenos sopapos al disidente. Disidente de qué. De pensar distinto. De cuestionar la identidad y propiciar la posibilidad de que uno esté equivocado.

Es decir, de que la fiera esté equivocada. Y se vea en la obligación. O en la necesidad. Sí, se viera en la necesidad de admitir el error, la equivocación y adentrarse en un proceso de redefinición de pensamiento. Una instancia trabajosa pero productiva, porque ayuda a vislumbrar el mundo de otra manera. Una manera distinta a la que se lo vislumbraba. Pero para eso hay que despojarse de la animosidad de fiera, rehuir del capricho, rechazar la alternativa de la necedad, creer en el propio discernimiento y animarse a reconstituirse como sujeto.

Y esto no quiere decir que toda fiera está equivocada. O esté equivocada.

Nadie afirma semejante cosa.

Escribo de la improcedencia de cierta subjetividad que ha tomado al ser humano y lo ancla en su identidad. Es ahí, justo en ese recóndito espacio propio del ser, donde sucumbe en la zoncera y desprecia a la inteligencia.

Que es, ni más ni menos, la posibilidad de pensar por uno mismo.

Libre de las expectativas y de cualquier etiqueta.

 

*Hasta la próxima!

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¿Hasta dónde llegarán las mujeres?

De seguir así las mujeres van a ir ganando posiciones y van a superar a todos los hombres.

El trabajo sigiloso empezó hace un buen tiempo y lo sucedió una cosecha al parecer irrelevante, pero sistemática y  persistente.

Las mujeres han decidido abrirse paso hace años y avanzan con convicción desconcertante. Por lo menos para las estructuras varoniles tradicionales, que observan el ímpetu y la determinación del género femenino, que es capaz de abrirse camino y llegar hasta donde la imaginación lo permite.

crecimientopersonalHasta en la Iglesia Católica parece que quieren abrirse camino y avanzar posiciones. Por lo menos creo recordar un pasaje del querido Papa Francisco al respecto, en su escrito “La alegría del Evangelio”, donde se refería a las mujeres de la iglesia. En aquellos párrafos, si mal no recuerdo, Francisco obró con habilidad inusitada, tomó las inquietudes de las eclesiásticas y con destreza, me pareció, le dio con el empeine a la pelota y la tiró afuera de la cancha.

O lejos. Por lo menos lejos.

Eso me pareció en un pasaje de su escrito, particularmente en los puntos 103 y 104 del documento, cuando se refirió a las mujeres de la iglesia. Porque es claro que avanzan y, por qué no, podrían ser sacerdotas y luego escalar en las jerarquías de la iglesia y aspirar finalmente al trono que les permita comandar la institución.

Pero que la boca se nos haga a un lado. No agitemos fantasmas.

Por algo las mujeres estarán relegadas y un ejército de argumentaciones habrá servido para disuadirlas. Dejarlas en una posición subsidiaria y conformarlas con una persuasión en apariencias tan efectiva como engañosa.

Igual, este es un detalle para transitar la inquietud que parece manifestarse por estos tiempos. Que las mujeres han sido sin dudas los seres que más han avanzado durante el último tiempo y que si persisten en esa actitud van a desplazar al hombre. Al macho que siempre les ha hecho creer que es superior y que deben reducir en lo posible sus aspiraciones a cuestiones hogareñas o sobrellevar anhelos laborales menos pretenciosos. Percepción que por estos días, ya se muestra prejuiciosa y desactualizada. Lo cual evidencia el terreno ganado por el género femenino.

Estemos atentos, porque si las cosas siguen así, las mujeres van a terminar liderando el mundo. Y el hombre lavando los platos.

Cosa que tal vez haría justicia, para resarcir tantos años de engaños, postergaciones y subestimación.

 

*Hasta la próxima!

tapa2 para faceEscritos de la Vida - Juan Valentini

 

¿Hay que usar la palabra adecuada?

Mi novia, que es más inteligente que yo y robaba ciruelas cuando era chica, me dice que ese texto no es una buena influencia.

—¿Qué texto?

novia

El de las malas palabras, me aclara. Eso no genera nada bueno, me dice.

Trato de defenderme. Digo que hablo de la palabra precisa, la justa.

La palabra que se tiene que usar. La que corresponde.

Intento explicarle que en la escritura usar la palabra adecuada es crucial. Que uno debe hacerlo aún en la incomodidad, porque si no lo hiciera correría el riesgo de falsificar lo dicho.

Y eso tendría consecuencias. Continuar leyendo