Inteligencia femenina

Una mujer de alrededor de 80 años me llamó la atención. Su tono colombiano,  su porte,  su cabeza blanca, digna, con un peinado simple.  Era una profesora,  sentada en una mesa en el marco de un Congreso de Gerontología, mesa en la que se iba a hablar de Género y Vejez.

Dijo: “ En la época que yo me crié las mujeres teníamos dueño”,  primero el padre, luego el esposo.

Siguió diciendo… con tranquilidad… sin enojo.. “ armé mi familia, la crié, crecieron y en un momento pensé…se me está pasando la vida y no soy nada…” Ella pensaba yo no soy,  yo no puedo…

Cuantas mujeres pensaron y todavía pensarán así de sí mismas…

Siempre había querido estudiar y cuando cumplió los 50 años entró a la facultad: “encontré en el estudio…un mundo”.

Pudo en la mitad de la vida encontrarse con su deseo de ser,  animarse y desplegarlo.  Es una persona valorada y reconocida no sólo como profesora,  como docente,  sino por su humanidad,  su humildad,  su generosidad. No es poco.

Ella piensa que los hombres se dieron el lujo de desperdiciar el talento de millares de mujeres durante siglos…y hoy se dan el lujo de desperdiciar el talento de las personas mayores.

A principio del siglo XX,   Leopoldo Lugones en su libro Didáctica,  decía que las mujeres tenían que estudiar sólo hasta segundo grado… no era bueno que supiéramos tanto… Dijo en 1913:

“Cuando ella trabaja en el hogar, como esposa y como madre, hace la parte de labor que le concierne, en su máxima expresión de rendimiento útil;  porque el hogar así formado, es el fundamento de la civilización y de la patria. Sus derechos son de carácter interno,  por que no le compete la vida exterior.  Pero en su santuario cerrado, ella gobierna, que es decir, dirige, con tanta eficacia como el hombre.  El hogar es más necesario que el parlamento, porque sin parlamento se puede vivir, pero sin familia no.”

Ahora entiendo a muchas mujeres que me dijeron: “ mi marido no me dejaba trabajar ” … “mi marido nunca quiso que yo cante”… “mi marido creía que era una vergüenza que yo trabaje, porque eso implicaba que él solo no podía mantener su familia”… en fin subjetividades de una época.

Leopoldo…si nos vieras 100 años después!!!

Hoy en las universidades,  hay más mujeres que hombres estudiando, en los posgrados también …cómo hacen las mujeres para estudiar entre ollas,  mamaderas,  computadoras,  mandados…?

Muchas mujeres tuvieron que pelear con sus padres para poder estudiar,  para realizar sus proyectos o sus sueños…hoy me viene a la mente Rita Levi Montalcini.

Nació en Turín, Italia el 22 de abril de 1909;  murió en Roma, 30 de diciembre de 2012, vivió 103 años!!!!

En enero de 2008, celebró su cumpleaños número 99, trabajando en su laboratorio del Instituto Europeo de Investigación del Cerebro (Ebri).

Podés creerlo???? Alternaba su vida y trabajo entre Estados Unidos e Italia, viajaba de un continente a otro …

Parte de su tiempo lo dedicaba a la Fundación Rita Levi Montalcini que creó junto a su hermana en 1992, el objetivo de su fundación es mejorar el nivel educativo de las mujeres africanas, ella quería que las niñas africanas tuvieran la posibilidad de estudiar.

Tuvo que pelear mucho con su padre para que “la dejara estudiar” Medicina. El esperaba como todos los padres de esa época que la hermosa Rita se casara , fuera una buena madre y esposa.

Pero ella estaba decidida y se rebeló: en el año 1936 se graduó en Medicina después se especializó en Neurología, tenía 33 años.

Ella, como la profesora colombiana, pensaba que no se admitía la inteligencia femenina y que la dejaban en la sombra.

Fue una gran investigadora, realizó en colaboración con el profesor Stanley Cohen una investigación neurológica descubriendo el nerve growth factor, o NGF., es decir el Factor de Crecimiento Neuronal y es por ello que recibió el premio Nobel en 1986. El factor de crecimiento neuronal (NGF) fue el primer factor neurotrófico descrito y fue descubierto hace ya más de 30 años por Rita Levi-Montalcini, Stanley Cohen y Viktor Hamburger, de la Universidad de Washington en St. Louis.

El NGF en sencillo, es una proteína presente en el sistema nervioso además de hallarse en otros sistemas del cuerpo humano. Esta proteína promueve el desarrollo neuronal normal sobre todo en la etapa de gestación, en período embrionario. A partir de sus investigaciones se descubrieron otros factores que intervienen en el desarrollo de las células del sistema nervioso, que reciben el nombre de factores neurotróficos, son un grupo de proteínas naturales que mantienen vivas y sanas las neuronas no sólo, durante el desarrollo embriológico, sino también durante la etapa de adulto. Los factores neurotróficos son un medio para que las neuronas se comuniquen unas con otras, distinto de la sinapsis.

La Dra. Rita nunca se casó, se dedicó a trabajar, a investigar,  fue una gran filántropa. Decía que se había casado con la neurología.

En un reportaje a los 96 años pensaba que su cerebro funcionaba igual que a los 20 años, ( quizás se refería a su velocidad mental),  yo creo que funcionaba mucho mejor por todo lo que estudió,  investigó y llevó adelante con mucha pasión en su vida…

Ahora que me acuerdo, mi abuela me decía que no estudie tanto…que me iba a hacer mal…Mi abuela no llegó a ver los avances científicos sobre el estudio del cerebro…

Te acordás de Palmiro Caballasca, que decía la frase «Me hirve la cabeza, señorita» en Jacinta Pichimahuida…?

Bueno cuanto más inquieto sos, más curioso, más leés y querés aprender cosas nuevas o entender el mundo en el que vivís la cabeza te “hirve” de sinapsís, conexiones, comunicaciones, porque en el cerebro las distintas partes trabajan en simultáneo… más lo usas mejor lo tenés  “afinado”…

No se enteró mi bobe, que cuantos más desafíos se le proponen al cerebro, más plasticidad se produce,  se modifica su estructura y su dinámica.

En los últimos años sabemos que, cuanto más lees, cuanto más estudias,  más flexible sos… el cerebro necesita que el sujeto, la persona que lo lleva protegido por el cráneo y con sombrero, lo estimule, le presente desafíos, lo inquiete con cosas novedosas…que lo oxigene caminando …que lo alimente estando en contacto con el mundo y la gente…

Le preguntaron a la Dra. Montalcini en un reportaje:

¿Qué haría hoy si tuviese 20 años?
- ¡Pero… si  estoy haciéndolo!

Chapeau! Es para quitarse el sombrero!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cualquiera puede hacerse mayor…

Por que insistimos tanto en el aprendizaje a lo largo de toda la vida?

Para qué aprender?

Cuando hablamos de aprender no sólo hablamos de conocimientos en general, de estar actualizados, de estar al tanto de las últimas tecnologías,  sino también del aprender respecto de nuestra propia persona, de nuestra propia experiencia.

Hablamos alguna vez de la inteligencia emocional, que nos permite darnos cuenta de lo que sentimos, de lo que nos pasa en relación al otro, como del efecto que nuestra presencia o nuestras palabras producen en el otro.

También inteligencia es poder darnos cuenta de nuestras capacidades, hoy se llaman fortalezas y de nuestras limitaciones.

Si pudieramos darnos cuenta de nuestras fortalezas elegiriamos mejor nuestro trabajo, apostaríamos con más confianza a nuestros anhelos y tendríamos mas fé en nuestros proyectos.

Si sabemos reconocer nuestras limitaciones y las podemos aceptar, también podríamos tomar mejores decisiones.

Siempre me llamó la atención una historia que cuenta Groucho Marx en su autobiografía.

El padre de Groucho se llamaba Samuel Marx, había nacido en Alsacia una región que Alemania le había cedido a Francia, hablaba francés y lo apodaron Frenchie (“el franchute”) también hablaba alemán. Además lo llamaban así por su elegancia, su pasión por el baile y la buena comida.

A Sam le gustaba mucho cocinar, era un gran cocinero…pero trabajaba como sastre, y en ese metier era un “desastre”!!! El se jactaba de que no necesitaba el centímetro para trabajar, decía que era un elemento “trivial e innecesario”, era muy famoso ya que todos sus trajes siempre llevaban una manga mas larga que la otra, o una pierna desigual, o el cuello del abrigo caía chanfleado. De a poco su fama lo hacía tener que buscar clientes cada vez más lejos de su barrio en Nueva York, y como sus trajes siempre tenían un defecto iba perdiendo clientes. Era un hombre alegre y trabajador pero no podía darse cuenta de su verdadero talento…el arte culinario.

La familia era muy grande ya que incluía a su esposa, 5 hijos, los abuelos y algún pariente desamparado…había que mantener toda esa prole…

Groucho comentó en una ocasión: “ Es sorprendente lo dotado que puede ser un hombre para una cosa y lo incompetente que puede resultar para otra. Mi padre debiera haber sido chef de cocina. Solía hacernos la comida y era capaz de convertir un par de huevos, algo de pan duro, unas pocas verduras y un trozo de carne barata, en un manjar para dioses”.

Te imaginás que distinta podría haber sido su vida si se hubiese dado cuenta de esa “fortaleza” esa capacidad que tenía para la cocina y para presentar un plato?

En contraste la madre de Groucho, Minnie, era un desastre sin remedio en la cocina y para las tareas domésticas en general. Sin embargo Groucho cuenta que era una mujer encantadora y extraordinaria. Todos en el barrio iban a buscarla en busca de consejos, ayudaba a todos aquellos que venían con penas de amor, ella recomponía matrimonios en crisis, era alegre inteligente y divertida. Ese talento heredó su hijo.

Ella fue quien consiguió los primeros contratos de los hermanos Marx, invitaba a los productores a su casa y entre las delicias que cocinaba el marido, mas su capacidad de convencer y negociar, impulsó a sus hijos en el mundo artístico …

Groucho dijo:

“Mi madre era una gran mujer, nos reunía, nos mantenía juntos. Nos reunía como si fuesemos flores...se imagina tras todas sus luchas, su sentimiento cuando al final nos vió convertidos en estrellas? Sin ella no habríamos sido nada…”

Que hermoso reconocimiento…

Nos reunía como si fuesemos flores…que poética forma de hablar de su inteligencia emocional. Como algunos padres pueden reunir en el amor a los hijos, otros sólo puede generar competencias y disputas…

Groucho decía que “envejecer es algo que haces si tienes suerte”,  jugaba mucho con la idea de la vejez y la muerte.

Billy Marx su sobrino le preguntó una vez que era lo mas emocionante que había vivido en toda su vida…y el le contestó.

  • El momento mas emocionante de mi vida fue cuando el médico me dijo que estaba bien de salud.

  • Hablo del mundo del espectáculo Groucho – insistió Billy

  • Cuando el médico me lo dijo yo ya estaba en el mundo del espectáculo.

Groucho pensaba que no es interesante hablar de la edad. “Cualquiera puede hacerse mayor-decía- todo el mundo envejece si vive el tiempo suficiente”.

Lo mas complejo no es envejecer sino aprender…aprender de los errores, de las experiencas, de los fracasos, de los intentos fallidos.

Aprender no solo de la vida que vivimos… aprender a escuchar, compartir e intercambiar saberes, ampliar experiencias, reconocer quienes somos…

Ya siendo un hombre de mas de 80 años le comentó a Charlotte Chandler, una periodista que escribió y conversó mucho con un Groucho ya mayor…

¿ Sabes cómo me doy cuenta de lo viejo que soy? Porque nadie pronuncia ante mí la palabra “muerte”. Dá la impresión que la gente ya no se muere…

Vivió en su casa hasta los 86 años, el pensaba que uno es dueño de su vida mientras tiene las llaves de la puerta de su casa en la mano…

Cuando cumplió 85 años se hizo una gran fiesta… Elliot Gould, un ferviente admirador, le preguntó:

-¿Cómo estas Groucho?

-¿Comparado con que? replicó…

 

 

 

 

La Psicología Positiva

El Dr. Seligman es un terapeuta norteamericano que trabajó durante mas de 30 años con pacientes depresivos.

Investigó la indefensión en los animales y luego en las personas. El modelo de la “indefensión aprendida” es la base sobre la que estudió la “depresión unipolar” es decir una depresión que no se acompañaba con episodios de manía.

Después de trabajar mas de 30 años con personas depresivas me parece que el Dr. Seligman se replanteó desde el punto de vista profesional que necesitaba un cambio,  ello lo llevó a buscar una nueva línea de trabajo, convirtiéndose en el impulsor de la Psicología Positiva.

Quizás después de 30 años de trabajar con el dolor, necesitaba cambiar su enfoque de trabajo para no abandonar la profesión.

La Psicología Positiva es un área de la Psicología Científica que investiga las fortalezas del ser humano. Durante muchos años la psicología desde diferentes teorías se ha centrado en la psicopatología, en la enfermedad de las personas. La Psicología Positiva desde una rigurosidad científica, se propone estudiar las emociones positivas, las fortalezas de las personas, los niveles de bienestar, las posibilidades y capacidades que tenemos todas las personas para vivir con mayor bienestar psicológico.

Para mí es importante contarte esto porque mucha gente cuando escucha la denominación de Psicología Positiva la desmerece pensando que vamos a hablar de “new age”, religión o terapias alternativas.

Seligman y muchos autores que trabajan en esta área son profesionales con años de experiencia clínica y con un gran soporte de investigación científica. Desplazan el foco de atención de los aspectos psicopatólogicos, la mirada centrada en el déficit hacia el estudio de las fortalezas y virtudes del ser humano, estudiando factores que promueven la realización personal, la prosperidad y el bienestar subjetivo.

Hace muchos años comencé a trabajar con un grupo de personas mayores que habían atravesado situaciones traumáticas. Ellos son sbrevivientes de la Shoa, es decir personas de la comunidad judía que durante la época del nazismo estuvieron  recluidos en campos de concentración, escondidos en casas o bosques.

El desafío que yo tenía con ellos era trabajar para promover un envejecimiento con calidad de vida. La propuesta no era hablar de lo traumático sino de sus fortalezas, aprendizajes y capacidades para envejecer bien a pesar de los sufrimientos padecidos en su infancia, adolescencia o juventud. Aún así yo sabía que lo traumático nos iba a atravesar, ya que insiste, persiste, aunque le pongas palabras, años de elaboración, queda una herida con una cicatriz que sigue doliendo.

En la Universidad de Palermo se realizaron las Primeras Jornadas de Psicología Positiva en la Argentina, cuando comencé a leer los temas que se iban a tratar me sorprendí: gratitud, capacidad de perdonar, felicidad, bienestar psicológico, el optimismo, la esperanza, la sabiduría, la creatividad, la resiliencia, las emociones positivas…Todo un mundo nuevo.

Ya estaba trabajando con los grupos de personas mayores sobre todos estos temas, pero ahora tenía investigaciones científicas, textos, desarrollos teóricos en los cuales apoyarme.

También te quiero contar que quien promovió en la Argentina el estudio y la difusión de la Psicología Positiva, fue la Dra. Martina Casullo. Fue Secretaria Académica de la Facultad de Psicología de la UBA, también organizó y fue directora del Doctorado en Psicología en la UP, investigadora del Conicet… una pionera.

Una mujer sencilla, que si la veías pasar era una mas…pero cuando se plantaba frente a una clase aparecía una mujer brillante, estudiosa y generosa.

Ella pensaba que nuestro gran desafío como profesionales de la Psicología es integrar, ya que ningún modelo teórico puede explicarlo todo. Cada vez estoy mas convencida de eso.

Siempre me llamó la atención que una persona como la Dra. Casullo, que estudió e investigó tanto, tuviera la amplitud mental, el interés de incursionar en una nueva teoría a los 60 años…cuando muchos profesionales ya no les interesa aprender cosas nuevas y creen que lo saben todo.

Trabajó sobre la noción de Capital Psíquico: lo definió como ese conjunto de factores y procesos que permiten aprender a protegerse y sobrevivir, a generar fortalezas personales”.

A lo largo de la vida, con el correr de los años no sólo acumulamos arrugas, kilos o canas. También vamos conformando un “capital” que hemos acumulado con los años vividos y que integra muchos aprendizajes, capacidades que fuimos adquiriendo, fortalezas que descubrimos, posibilidad de regular nuestras emociones y conductas…

Pensá… cuando eras más joven no veías la vida en blanco o negro? Con los años vamos descubriendo matices…

Cuando eras más joven sabías esperar?

Con el tiempo no aprendiste a disfrutar mas de la vida?, a valorar mas los afectos? a darte cuenta que es lo urgente y lo importante?

A lo largo de la vida nos pasan muchas cosas… vamos aprendiendo a lidiar con los cambios, las crisis, a disfrutar los momentos, a valorar muchas cosas que en nuestra juventud nos parecían “naturales”, o que nos correspondían…

Con el paso de los años aprendemos a agradecer, a perdonar, a comprender…

O no.

No siempre el paso del tiempo va de la mano de la sabiduría.

 Groucho Marx decía: “ La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido”.

El mejor regalo para el día del niño

Hace muchos años, cuando en una entrevista le preguntaron a Arnaldo Rascovsky

 “¿si usted no hubiera sido psicoanalista que le hubiera gustado ser?

El respondió:

-Madre.”

 Rascovsky se recibió de médico en 1928, era pediatra, sin embargo de a poco se fue convirtiendo en psicoanalista.

La obesidad infantil lo obsesionaba, los temas neurológicos como la epilepsia infantil lo interrogaban y poco a poco el pediatra quedó atrás para dar lugar al psicoanalista infantil, con la experiencia del consultorio y del Hospital de niños, se daba cuenta que detrás de la enfermedad de un niño, hay una situación familiar con una conflictiva que impacta en el niño, en su cuerpo.

Freud, el diván y las asociaciones libres entraron de lleno en su vida. Alrededor del año 1949 abandona la pediatría para entrar de lleno en el psicoanálisis infantil.

Vaya un pequeño homenaje en el día del niño a este y otros psicoanalistas que trabajaron para mejorar la salud mental de tantos chicos.

Hacía muy pocos años que había terminado la segunda guerra mundial, los niños de la guerra habían quedado huérfanos, traumatizados, llenos de recuerdos horrorosos. Esta realidad impulsó el psicoanálisis infantil. Los psicoanalistas europeos huyeron de la guerra y desparramaron sus ideas por los países que los recibieron.

Se produjo un gran desarrollo teórico a partir de los años 50: los niños comenzaron a ser considerados personas, antes eran como una especie de adultos enanos.

¿Pero antes los niños no eran personas?

Sí, lo eran, pero no del mismo modo que en nuestros días.

Hoy los niños son personas con derechos y conocedores de sus derechos.

Desde el psicoanálisis la familia es el núcleo que conforma la subjetividad, entonces la subjetividad de un niño se construye en relación a un otro, a un adulto que lo sostiene.

John Bowlby habla de una figura de apego que es la que nos brinda la seguridad de ser bien recibido en el mundo: con amor, con abrazos, con contención material y afectiva. Esta figura de apego es tan importante para la constitución de nuestra persona que es un modelo sobre el cual vamos a elegir las figuras de apego a lo largo de toda la vida… en la juventud, en la adultez, en la vejez también necesitamos y buscamos figuras de apego.

La figura de apego es aquella que nos inspira seguridad, confianza en la vida y en el otro, una forma de ver la vida positiva o pesimista, con ansiedad o con tranquilidad.

Muchos de nuestros abuelos inmigrantes, llegaban aquí muy jóvenes, a los 14, 15 16 años y no eran adolescentes…la adolescencia para ellos no se había inventado, eran ya adultos, que trabajaban para sostener la familia, ayudar a los padres sin idioma, se casaban muy jovencitos…

A muchos de nuestros abuelos y padres, cuando eran niños no se les permitía hablar, ni opinar, ni elegir…

Lisa, que hoy tiene 84 años me contaba:

-“Lo que pasaba antes, hace 60/70 años no estaba bien. Lo que pasa hoy, tampoco. Se ha ido de un extremo a otro.
El dicho inglés: “Children should be seen but not heard” Los chicos deben ser vistos pero no oídos (traducción literal) también incluía que sus opiniones, cuando se atrevían a darlos, no eran tomad
as muy en serio ni se les daba espacio para expresarlas.
Había familias (no era mi caso) en que los jóvenes debían pedir permiso para levantarse de la mesa. Obedecer sin cuestionar, era la regla.
También el tabú sexual en aquellos tiempos – impensable tener relaciones antes de casarse – no hizo otra cosa que reprimir este hecho natural de los adolescentes, imposibilitándoles “elegir” libremente con que pareja se vibraba mejor o peor, antes de meterse en el matrimonio, que “debería” durar TODA LA VIDA.
Hoy, yo hablo con mis nietos de todo y les doy la posibilidad de contarme cualquier cosa. Escucho más, que “dar mi opinión” pero te confieso que trato de “entretejerla” si hace falta, suavemente eso si, para no cerrar puertas.
Me sonrío por dentro si pienso que hubiera pasado si yo hubiera pronunciado solamente la palabra “sexo” cuando yo tenía 16/17 años en aquellos años en Inglaterra. Oh, oh, oh, que atrevida!”…

Imaginate lo que significa para un niño que sus dichos, sus opiniones, sus deseos, no sean importantes para sus referentes adultos, padres y maestros.

Pensá el impacto en la autoestima de un chico, en su auto-confianza, en su eficacia, el escuchar que no importaba que sentían o pensaban.

¿Cual es el mejor regalo para el día del niño?

Me parece que además de lo material que ellos esperan, el mejor regalo sería expresar con palabras nuestro amor por ellos, compartir nuestro tiempo, nuestra paciencia, poner en palabras nuestro orgullo por sus cualidades como personas, expresar nuestro respeto por lo que son…

Otra vez…imaginate lo que esto hace en la autoestima de un niño…

Quizás los que hoy son mayores tengan muy internalizada la idea de que veníamos al mundo a satisfacer y cumplir los deseos de nuestros padres…honrar a los padres era con frecuencia ahogar nuestro ser, para cumplir con nuestro deber.

Hoy vivimos en una sociedad mas libre…un buen regalo para el día del niño podría ser aprender a mirarlos, a respetar a nuestros hijos y nietos como son, sin juzgar cómo desearíamos que fueran.

Seguramente nuestros hijos y nietos también desean que seamos diferentes…

Dice Virginia Satir: “Todo progenitor se enfrenta con 2 interrogantes que se presentan de una manera u otra: ¿qué clase de ser humano deseo que sea mi hijo? y¿que puedo hacer para lograr mi propósito?”

Educar a un hijo y hacer de él una persona de bien, una persona feliz, una persona con recursos suficientes para enfrentar la vida, es una de las tareas más difíciles que tenemos en la vida.

Me pregunto: ¿cómo podemos enseñar a nuestros hijos lo que no aprendimos?

¿Queremos ser distintos a nuestros padres? ¿Cómo? A veces lo intentamos haciendo todo lo contrario…y terminamos en el mismo lugar.

¿Hicieron algo bien nuestros padres? Que suerte reconocer algunos aspectos positivos, que puedan servir de modelo para nuestras relaciones familiares.

Es muy verdadero algo que dijo Oscar Wilde :

Los niños comienzan por amar a sus padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan.”

 

 

Somos todos resilientes?

 

La resiliencia es una capacidad que no heredamos como los ojos azules o el color de piel.

Es la posibilidad de empezar de nuevo basándose en la creatividad que tiene cada persona, en su capacidad de auto protegerse.

La resiliencia se puede construir a cualquier edad: en la niñez, en la adolescencia y también en la madurez. El sufrimiento psíquico no tiene edad: hay niños que viven situaciones adversas, jóvenes y personas mayores que sufren todo tipo de dolor.

Ser resiliente significa poner palabras, resignificar, salir del lugar de víctima hacia un lugar subjetivo de autovaloración, aprendizaje, sabiduría, comprensión, profundidad.

¿Somos todos resilientes?

No. A veces sólo tenemos una personalidad resistente: soportamos los sufrimientos, no perdemos el control, no nos asustamos frente a la adversidad …

Alguien me dijo: “…parece que nosotras sólo sabemos soportar el sufrimiento…cuando hay una alegría no sabemos qué hacer con eso…”

Ser resiliente es algo mas…

¿Por qué algunos se derrumban y otros se reconstruyen a sí mismos?

¿Por qué algunas personas se dementizan y otras se vuelven más sabias?

¿Por qué algunos pueden desarrollar y tejer capacidades resilientes y otros se estancan en el rencor?

Para que esto ocurra, tienen que producirse ciertas condiciones.

Boris Cyrulnik dice que las personas resilientes son capaces de hacerse 2 grandes preguntas:

¿Por qué tengo que sufrir tanto?

Esta pregunta nos invita a pensar, a racionalizar, a entender, a buscar explicaciones, a intelectualizar.

La otra gran pregunta es:

¿ Cómo voy a ser feliz de todos modos?

Esta es una gran pregunta porque nos invita a soñar, a pensar un proyecto de vida, a no dejarnos vencer…

Cuando nos enfrentamos a lo que no entendemos, a lo traumático, a lo doloroso, a la traición, ante la estafa emocional y económica, lo primero que surge es el dolor, la tristeza, a veces un sentimiento de desvalorización, la vergüenza…y hay un tiempo que lleva reponerse psicológicamente que es un tiempo muy personal. Pueden ser días, años, a veces toda una vida.

Hay un proceso muy interesante que este autor describe como “musculación del yo”: el yo herido, estafado, humillado, abusado, necesita un tiempo para hacerse fuerte, para tener el coraje de volver a salir al mundo, de volver a confiar, de sacarse el miedo y a veces la vergüenza, o la culpa.

He conocido personas que han atravesado situaciones tan difíciles que han estado en silencio por mas de 20, 30 o 60 años.

¿Por qué callaron?

Dice Claude Nachin ( un psicoanalista francés contemporáneo) : “hay horrores y temores que no tienen palabras a su medida y que, además, difícilmente encuentren oídos que puedan escucharlos y comprenderlos, de modo que el sobreviviente de un drama en principio necesita de un largo período, varios años, para realizar un cierto trabajo psíquico silencioso”.

Ese es el trabajo de “musculación del yo”…pasado cierto tiempo estamos en condiciones de volver a la vida.

Para este volver a la vida se requieren varias condiciones… nadie es resiliente en soledad…necesitamos de los otros, de las redes vinculares, de que alguien confíe y nos sostenga.

Ese “tutor” de resiliencia, como el tutor que sostiene a una planta, puede ser una persona, otras veces es el encuentro con una tarea, una actividad artística, un nuevo proyecto de vida…

Conocí personas que salieron de la depresión cuando descubrieron su capacidad de crear, de pintar, de socializar…

En septiembre de 1939, huyendo de Europa a los pies del barco que llevaba a su familia a América, Greta le dijo a sus hijos: “Hoy empieza una nueva vida, hagan de cuenta que hemos nacido hoy. No piensen en el pasado porque sino no nos podremos levantar más.”

Greta era una sabia.

No había leído nada de psicología ni psicoanálisis, pero sabía que si su familia se quedaba añorando el pasado en vez de construir el presente se iban a deprimir y a melancolizar.

Tampoco llegó a escuchar a Vinicius de Moraes que escribe:

Tristeza não tem fim, Felicidade sim” (La tristeza no tiene fin, la felicidad si..)

La felicidad es como una pluma que el viento va llevando por el aire
Vuela tan leve, pero tiene vida breve, necesita que haya viento sin cesar…”

En la persona herida pero resiliente, cohabitan el dolor y la felicidad al mismo tiempo, conviven las cicatrices que tardan en cerrar y el porvenir.

No seríamos quienes somos si no hubiéramos vivido lo que vivimos.

 

Algo sobre Resiliencia

 

La pregunta de hoy es ¿somos todos resilientes?

En los últimos años quizás hayas escuchado muchas veces la palabra Resiliencia.

Edith Grotberg que es una autoridad mundial en el tema, define la Resiliencia como “la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad”.

Rutter tomó el término Resiliencia de la física: se refiere a la capacidad de un material de recobrar su forma original después de haber estado sometido a altas presiones.

Este término al pasar a las ciencias sociales describe la capacidad de un sujeto de aprender de una situación traumática, de adversidad o dolorosa, transformarse como persona descubriendo aspectos de sí mismo, antes desconocidos.

Este proceso, que puede producirse en cualquier edad cronológica, deviene en un aprendizaje y fortalecimiento personal.

Me gustaría resaltar esto: se puede cambiar, aprender, crecer, ser resiliente en cualquier etapa de la vida y en todas las edades cronológicas.

Escucho mucha gente diciendo :”vos sos joven…yo a mi edad ya no puedo cambiar…”

El cambio, la transformación no tienen que ver con la edad, sino con que nos podamos dar cuenta de lo que nos pasa, de que esto que nos pasa nos hace sufrir, que podamos reflexionar porqué nos pasa? y luego transformarnos internamente para cambiar la realidad que nos rodea.

Creer que se puede cambiar porque tengo la vida por delante y soy joven es una ilusión.

Podemos tener la vida por delante y no tener capacidad de analizar quien soy? ni que me pasa?.

Así puedo cumplir 30, 40, 50, 60, 70, 80 años y puedo ser cada día más viejo y más necio…

¿No conoces gente joven que es muy sabia?

¿Conoces gente mayor que paso por la vida sin registrar, analizar ni aprender nada?

No es el paso del tiempo por si solo lo que nos hace mas sabios sino poder comprender los errores, hacerse cargo de las equivocaciones, aprender y cambiar.

Una trabajadora social me contó una historia que me impacto muchísimo, la quiero compartir con vos.

Ella trabajaba en una residencia geriátrica, allí vivía una mujer de casi noventa años que tenia muy mal carácter, nadie la quería…se enfermo y fue a dar a terapia intensiva. Allí la única visita que recibió fue la de la trabajadora social… no hay familia…no hay amigos…la mujer se dio cuenta que estaba muy sola y que nadie la quería …nadie mas que la profesional vino a verla…Le dijo:- “Adriana, si salgo de esta voy a cambiar, no quiero que, cuando me vaya de este mundo, la gente me recuerde por mi mal genio”.

¡Sabés que pudo cambiar! Hizo un giro tan grande que la quieren mucho, la valoran y la miman mucho.

Fijate cual fue la motivación para el cambio: no dejar un mal recuerdo de su paso por el mundo…

La resiliencia no es adaptación, no es someterse diciendo “es lo que hay”, ni tampoco es un atributo con el que nacemos, como los ojos claros o el cabello castaño.

Boris Cyrulnik, que es un especialista en el tema dice en uno de sus mas hermosos libros “La maravilla del dolor”:

“La resiliencia es mas que resistir, es aprender a vivir” , es un proceso por el cual el dolor que atravesaste, la situación traumática, la herida que sufriste te enseña, te transforma, te hace crecer, entender, cambiar,

Hemos escuchado durante años que “se envejece como se ha vivido”. Nada más lejano a la línea que venimos planteando desde la resiliencia: “Nuestra historia no es un destino. Nada queda escrito para siempre” dice el genio de Cyrulnik.

Ser resiliente no es adaptarse, no es someterse, no es aceptar el destino ni el discurso social imperante, es activa transformación.

Resiliencia es metamorfosis…la persona herida pero resiliente lleva consigo la parte sufriente, pero puede ser feliz a pesar de todo.

 

 

 

Una exigencia saludable

 

Hay muchas personas mayores de 70 o 80 que no se dejan estar.

Si vos tenes determinada edad podes decir…para que? Si ya estoy hecho…para que me voy a levantar…para que voy a ir…hace frío…hay tanta inseguridad…

Fijate el caso de Nelly Omar, tiene mas de 100 años. Para ese festejo cantó en el Luna Park, paradita durante 45 minutos apoyada apenas en una silla, sin atril, sin machetes, todo el repertorio que cantó lo hizo de memoria.

Uno podría preguntarse: ¿para qué? ¿es necesario? ¿hace falta hacerlo a los 100 años?

Podría haber cantado sentada, usado partituras o letras…pero no.

Tendrá que ver con la exigencia que ella tiene consigo misma: es una voz interna que te dice que podes un poco más…cuando el desafío fue logrado sobreviene el orgullo.

El orgullo y la exigencia muchas veces son connotados negativamente. Sin embargo la autoexigencia nos impulsa a probarnos, a no dejarnos estar.

La exigencia hoy tiene mala prensa. Sin embargo la rescato porque nos lleva a comprometernos con nosotros mismos, a medirnos, a demostrarnos que todavía podemos.

En esa lucha con nosotros mismos nos probamos que podemos un poquito mas, nos permite superarnos.

Es cierto hay que buscar el límite para que sea saludable.

Cómo se relaciona con la voluntad? La autoexigencia es como una voz interna que te impulsa a más, a desafíos, a superar situaciones vitales. La voluntad es una fuerza con la que nos proponemos hacer.

Te pongo un ejemplo: cuando alguien se cae y se rompe una cadera, la rehabilitación en esta operación lleva voluntad, es un trabajo arduo superar el dolor físico y un nivel de esfuerzo grande. Es más fácil no soportar el dolor que implica volver a aprender a caminar, dejarse estar y que lo asistan. No puedo, que me atiendan.

Hace algunos años lo escuché a Guillermo Vilas en una “clínica de tenis” que hacía en la calle peloteando con un profesor. El profesor podría haber sido un tenista de competición, tenía las cualidades necesarias, sin embargo no se dedicó a competir porque tenía que renunciar a muchas cosas, eligió priorizar otras, fue su elección. A cada uno lo hace feliz otra cosa.

Vilas contaba que para rendir profesionalmente debía seguir una disciplina estricta que implicaba entrenar, acostarse temprano, no salir de noche, no beber alcohol ni fumar. Lo primero que hizo cuando dejó el tenis de competencia fue… comer un helado!!! Mirá que lujo que se dio.

Nosotros los que tenemos hijos les alivianamos mucho a las nuevas generaciones diciendo: disfrutá, no te preocupes tanto, no te exijas tanto, relajate…impulsamos a las generaciones a lugares de facilidad, de comodidad, a situarse en un lugar de confort, porque los protegemos mucho, a veces demasiado.

La autoexigencia impulsa a las personas a mejorar, a seguir siendo independientes, a aprender algo más, a salir de lugares de comodidad y de mediocridad.

Es cierto que a veces hay que bajar la autoexigencia cuando nos tortura sin dejarnos disfrutar, cuando todo lo que hacemos parecería que es poco.

¿Cuál es la medida? Cuál es el justo medio aristotélico?

Yo no puedo criticar a mi hijo si no estudia lo suficiente, cuando yo no estudié porque fui vago, no cuando abandoné, porque tuve que salir a trabajar para ayudar en mi casa.

No puedo decirle a mi hijo “vos tenes que cuidarte” cuando, como padre, con mi conducta le muestro que me descuido, que no me quiero.

No alcanza con decir, “hay que hacer” . Creemos que enseñamos con las palabras, pero lo hacemos con los actos cotidianos, con el ejemplo. No alcanza con decir “no hagas lo que yo hice”, no es suficiente. Debe haber coherencia entre lo que digo y hago.

Cuando frente a un desafío que tenemos, logramos superarlo surge el orgullo como emoción positiva.

Bárbara Fredrickson que ha investigado las emociones positivas describe el orgullo como una emoción auto-consciente positiva, que aparece cuando uno ha logrado mediante el esfuerzo y la voluntad algo que es valorado por el medio social, por la cultura o los propios valores e ideales que nos han inculcado en nuestra familia.

El orgullo emerge cuando las personas sienten que lograron superar un desafío.

Cuantas veces después de pasar una situación de crisis te preguntaste : ¿Cómo pude? ¿De dónde saqué fuerzas? ¿Cómo hice para tomar semejante decisión?

 

 

 

Gente que sueña a cualquier edad

Esta semana se recibió en la Facultad de Psicología de la UBA un tal Jorge Leiva.

¿Que tiene de especial? Muchas cosas… fue alumno de nuestra materia Psicología de la Tercera Edad y Vejez, cátedra que integro hace mas de 20 años, hoy a cargo del Dr. Ricardo Iacub y fundada en 1986 por el Dr. Leopoldo Salvarezza.

Cuando Salvarezza dictó en el año 1987 el primer cuatrimestre de la materia, no creo que hubiera podido imaginar que un hombre de 70 años, el hoy Lic. Jorge Leiva se recibiría de Psicólogo nada menos que rindiendo nuestra materia.

Allí estaban esperándolo sus hijas, yernos y nietos.

A la profe que le tomó examen , mi compañera María Victoria Salamé ( también licenciada como diría Chespirito) se le escapaban las lágrimas de la emoción.

Quizá la emocionó su persistencia, Jorge empezó la facultad a los 60 años, yo imagino que un tiempo antes debe haberse preguntado ¿me anoto?¿podré? ¿para qué? …y llegó con paciencia, con persistencia, con constancia, aprendiendo a bancarse algún bochazo seguramente…llegó al final de la carrera.

No le pregunté si va a ejercer o no la profesión, imagino que hay muchas personas que como él tienen “asignaturas” pendientes…y me parece de una gran valentía animarse, intentar y soportar que a veces se puede y otras no.

A mi me emocionó ver a los nietitos, había 3 esperándolo en el pasillo afuera del aula, me pareció un gran ejemplo para toda la familia.

Un ejemplo de una persona mayor con proyectos, con ganas de superar desafíos, con soporte para enfrentar las dificultades que significa estudiar a cualquier edad y no abandonar.

Uno puede decir muchas cosas pero los hijos y nietos aprenden más de lo que uno hace que de lo que uno declama.

Miralo a Jorge…feliz, orgulloso con la cabeza en alto…¿lo ves?

Jorge

Hay desafíos pendientes que son con uno mismo, a los 18 años podemos decir voy a intentarlo…voy a probar…no quiero en el futuro pensar si yo hubiera ido, si me hubiese animado, si hubiera probado…a los 40 podemos decir quiero cambiar…no quiero seguir viviendo así el resto de mi vida…a los 70 podemos pensar ¿será posible cumplir con esto que postergué tantos años?

En todas las personas mayores que estudian y tienen ansias de aprender hay algo que trasciende el objetivo del aprendizaje: necesidades de autorrealización, sentirse mas seguro, entender el tiempo que nos toca vivir, sentirnos menos afuera con la tecnología, sentirse mas respetado, saldar deudas consigo mismo…

En una investigación muy interesante que realiza el Dr. Yuni de la Universidad de Catamarca, junto a Claudio Urbano y Liliana Tarditi, nos muestran los beneficios de la inclusión en programas educativos de personas mayores, que además del aprendizaje redundan en la integración social y en cambios muy amplios para las personas mayores.

El aprendizaje no es sólo de contenidos sino de habilidades sociales, destrezas, actitudes, cambios que podemos hacer si queremos, a lo largo de toda nuestra vida, no es sólo el contenido académico.

De paso te cuento que el año pasado tuvimos una alumna de 78 años que se encuentra en la mitad de la carrera, se llama Guenia pero debería rebautizarse Genia! La guerra le truncó la vida y los estudios y hoy está reparando en parte lo que no pudo ser…haciendo hoy lo que no pudo desplegar de jóven.

En esta foto está con mi compañera Ana Bonifacio, (también licenciada Chespirito), que estudió Psicología a los 40 años, abandonando una profesión anterior en la que le iba muy bien pero no era felíz.

Anita

Se puede, cada uno a su ritmo va camino a donde desea…

 

 

Feliz día del amigo

 Hacer amigos cuando uno es mayor no siempre es sencillo, pero es vital para la salud emocional, física y el bienestar psicológico de los adultos.

Hace unos años el profesor Ricardo Iacub escribió una nota que se titula “Los amigos ayudan a envejecer mejor”. Te invito a que la busques en el cyber espacio porque es interesante.

Si bien las personas mayores valoran todos los apoyos emocionales e instrumentales que provee la familia, sabemos que las familias hoy están muy ocupadas y sobre-exigidas por sus propios cambios, dificultades y desafíos que implica la vida en el siglo XXI.

Quizás si tenes mas de 70 años, te criaste en una época en que los amigos estaban dentro de la familia. Las familias eran numerosas y el fin de semana no se iba al club ni al “country” sino a la casa de la abuela, que reunía a toda la familia en torno a una mesa, para promover el intercambio y la unión con hermanos, primos y tíos.

Es una necesidad humana  relacionarse, sostenerse y buscar apoyo en el otro,  ya sea en la familia o en los grupos.

Las fronteras significativas del individuo no se limitan a la familia nuclear o extensa sino que incluyen todo el conjunto de vínculos interpersonales del sujeto: familia, amigos, nuevas parejas, grupos de pares,  relaciones de inserción comunitaria y prácticas sociales.
Es tan importante para el bienestar de una persona tanto los amigos con quienes compartís lo íntimo  como aquellos con los que podes pasar un buen momento, disfrutar una actividad que te guste o simplemente no sentirte solo porque hay una comunidad de la cual sos parte y te esperan: la parroquia, el club, el templo, el centro de jubilados, el grupo de reflexión, el coro, el grupo de voluntarios al que perteneces…

El sentir la pertenencia a alguno de estos grupos y espacios que mencionamos le da a cualquier persona un contorno de seguridad y confianza, además  le provee distintos tipos de apoyo que todos necesitamos.

Pensá…cuando estás enfermo ¿a quien le pedís ayuda? ¿quien te puede hacer un té o comprarte un remedio?
Cuando necesitás pensar con alguien ¿ a quien recurrís? Cuando querés salir y divertirte…¿con quien lo hacés?
¿Con quién compartís lo que te pasa cuando estás preocupado, angustiado, asustado?

El Dr. Carlos Sluzky ( terapeuta argentino que vive hace años en EEUU) dice que  “la red social personal  es la suma de todas las relaciones que un individuo considera como significativas”, no sólo hablamos de la familia, la pareja y los amigos, también los conocidos, los comerciantes de tu cuadra, el encargado del edificio pueden ser personas significativas para vos porque podes recurrir a ellas en busca de ayuda o auxilio.

Si bien para las personas mayores saber que se es alguien significativo para la familia es un gran sostenedor de la autoestima, yo te invito a que amplíes tu red social, busques otros espacios de realización e integración y no digas mas “yo con esos viejos …ni loco!”.

La familia es muy  importante en períodos de crisis especialmente en  el curso de enfermedades crónicas, pero el apoyo de los amigos y los pares  refuerza relaciones que son mutuamente provechosas

¿Sabes por qué?

Porque las investigaciones que se están realizando en los últimos años indican que el sentirse integrado tanto en la familia como con grupos de pares tiene una incidencia positiva sobre la salud física y el estado funcional, se reduce el riesgo de presentar discapacidades,  se acelera la recuperación  en intervenciones quirúrgicas, se  reducen  los tiempos de hospitalización y de recuperación de la salud.
También sabemos a través de las investigaciones académicas que se realizan sobre este tema que las personas que se sienten integradas en un grupo de pertenencia que los espera, los recibe con cariño, les ofrece temas de reflexión interesantes e inteligentes, tienen mayores niveles de bienestar que hacen que vivan más, tomen menos psicofármacos y no presenten depresiones.

Yo sé que la vida nos aleja de  seres queridos que son irremplazables, no te propongo ni que los reemplaces, ni  tener “un millón de amigos”, simplemente no te encierres, no te cierres…
en esos grupos de gente de pelo blanco con los cuales  no queremos a veces  sentirnos identificados, hay muchas cosas valiosas y sanadoras: experiencias, vivencias, comprensión, inteligencia, compañía, personas con quienes podes  aprender a lidiar con lo que te toca en este momento de la vida y también a divertirte un poco…

La falta de redes adecuadas muestran mayor tendencia en la aparición o agravamiento de estados depresivos.
En cambio la presencia de redes satisfactorias para la persona  mayor y la inclusión en actividades significativas  permiten rescatar, resaltar  las fortalezas y  centrarse  en  los aspectos positivos ligados al envejecer, tales como: sabiduría, sentido del humor, capacidad de resiliencia, optimismo, creatividad, capacidad de perdonar, espiritualidad, trascendencia.

Conocí hace unos años a un hombre de más de  80 años que no tenía red, sólo la familia que estaba muy ocupada para hacerle compañía, este señor entró en un grupo en el cual era el mayor, el sabio,  muy valorado por sus experiencias y su forma de enfrentar la vida. Todos se callaban cuando el empezaba a hablar, querían absorber su experiencia y sapiencia …que satisfacción poder ser valorado de esta manera.

 

Me quiero mucho, poquito, nada

 

Hablemos un poco acerca de la autoestima, que me parece es una de las bases del bienestar psicológico.

Hay muchas definiciones de autoestima, podríamos resumirla de manera simple como la valoración que una persona hace de sí mismo.

Sin embargo no es tan simple. La autoestima se construye, se modifica a lo largo de toda la vida, es de naturaleza dinámica.

En la infancia se construye a través de la mirada de nuestros padres, de lo que ellos dicen que somos, cómo ellos nos miran es tan importante, que lo creemos hasta que el mundo nos empieza a devolver otras imágenes y palabras respecto de nosotros mismos.

¿Viste que las madres pensamos que nuestros hijos son hermosos y unos genios?

Esa sobrevaloración es muy importante como base, la vida más tarde nos va a dar a entender que no somos tan genios ni tan lindos pero tampoco los peores.

Sabes que cuando nos miramos a nosotros mismos no lo hacemos ni con los ojos ni “objetivamente” sino que, nos vemos de acuerdo a cómo nos han mirado las personas que son y han sido importantes afectivamente para nosotros.

Esa mirada nos valoró con amor o nos desvalorizó y es nuestra base para construir la autoestima.

A lo largo de la vida vamos haciendo muchas cosas para que nos quieran o nos reconozcan, a veces aún cuando los demás nos valoran nosotros mismos no lo creemos…Muchas veces deberíamos mirarnos con el amor y el reconocimiento que el otro nos devuelve…

Por que es tan importante una autoestima alta cuando vamos envejeciendo?

Porque a lo largo de la vida vamos enfrentando cambios, desafíos, crisis y la autoestima es clave como sostén o soporte.

Cuando tenemos una autoestima saludable , si bien sentimos miedo de lo nuevo o lo desconocido, podemos pensar: “yo puedo” … “tengo la capacidad suficiente para afrontar esto”…o mejor aún “aunque no salga como espero lo voy a intentar”…

Tener la autoestima alta cuando uno es joven, lindo, “exitoso”, inteligente y el mundo se rinde a tus pies, es sencillo…es como ser Gardel con los 4 guitarristas. Me parece que la autoestima se pone a prueba en momentos en que no funciona todo como espero y desearía, o como “me lo merezco”.

Cuando alguien me dice que no, cuando no tengo trabajo, cuando me jubilé ( no por propio deseo o decisión), cuando me quedo solo…allí es cuando se juega profundamente la autoestima: me puedo decir a mí mismo que soy valioso aunque esté atravesando un mal momento…porque la estima hacia nuestra propia persona no puede depender de los “éxitos”, sino de reconocer otros valores como la persistencia, la valentía, el desafío que nos proponemos, la capacidad de soportar el miedo, el dolor, la frustración, la decepción…ya que en la vida no todo es como lo planeamos o lo deseamos.

Una investigadora llamada Carol Riff plantea un modelo muy interesante sobre el bienestar psicológico, en el cual la autoaceptación ( uno de los pilares del bienestar psicológico) es pensada como la capacidad de sentirse bien con uno mismo siendo consciente de los propios límites.

En suma tener conciencia del valor que uno tiene como persona, aceptar con humor los defectos y limitaciones ( e intentar cambios) y sentirnos orgullosos de nuestros logros, hacen al bienestar y a la calidad de vida no sólo en el envejecimiento sino en cualquier momento de nuestra vida.

¿Me vas a decir que es difícil? Y sí el bien-estar consigo mismo es un trabajo de hormiga, no?