En las revistas y en la tele. Ahí están: las #MadresPerfectas de la publicidad. Acunan a bebés rozagantes, vestidos de impoluto blanco, gorditos y sonrientes. No hay bebés flacos, bebés sucios, bebés llorando. Todos los niños sonríen y son una dulzura. Y todas las mamás son jóvenes y flacas, claro.
#SerMadres nos pone creativas
Una de las mejores cosas de ser mamá es el agudizamiento de la creatividad. Ya sé, me van a decir “yo de manualidades, cero”. No, no me refiero a esa creatividad. Me refiero a la capacidad inmensa que de pronto aflora y nos hace lograr cosas que creíamos imposibles.
Criar en la era de la instantaneidad
Vivimos en la época de la instantaneidad. La filosofía barata del ¡Llame Ya! Muchas otras personas lo han notado y lo describen como algo negativo, de ahí surgen las corrientes slow. Incluso existe algo llamado slow parenting (crianza lenta). Digo, no estoy inventando la rueda, lo sé.
¿Acaso soy tu esclava?
¡Si habremos escuchado de nuestras madres alguna frase de este tipo! “Claaaaro, dejá todo tirado en el comedor, total, ¿quién ordena? ¡La esclava! Dormí hasta el mediodía, ¿quién se levanta a las 8 am para limpiar la casa y lavar una montaña de ropa? ¡La esclava! Comé en el sofá y dejá todo mugriento, ¿quién limpia el tapizado? ¡La esclava! Ahora capaz se ríen, pero solía ser un flagelo, una tortura, una exageración histérica. ¿Pero no se encontraron en algún momento diciendo o pensando frases parecidas?
10 consejos más o menos útiles para toda madre
Hay algo importante que pocas veces nos dicen: la tarea de ser madre requiere que, ante todo, te cuides a vos misma. Porque sin esa premisa, imposible hacer frente a ningún otro propósito. Y como se espera de mí que de consejos (?) o al menos eso dice la portada del blog, intentaré estar a las alturas.
S.O.S. ¡Le tengo pánico al control pediátrico!
Entramos al pediatra con pie de plomo. No sabemos bien qué nos va a deparar: el consultorio puede llegar a ser una pesadilla llena de pestes, el terror de la madre germofóbica. Y ahí te encontrás con la realidad de la consulta pediátrica: horas de espera, niños aburridos (y con razón), padres exasperados (y con razón), juguetes de dudosa procedencia e higiene, recepcionistas de mal humor, teléfonos que estallan, bebés que lloran.
El tiempo vuela (¡y nuestros bebés crecen!)
Lo miro a Octavio y suspiro. Hace tan poquito era un bebé. Una bolita acurrucada en mi pecho, día y noche. Mi mitad inseparable. Y hoy es un NENE: corre, salta, dice cosas, tiene una memoria de elefante, dibuja rayas torcidas (en la pared, por supuesto), come solo. ¡Y pensar que te dicen que se malacostumbran! ¡Que no lo dejes dormir en tu cama, que le saques la teta (o le des más teta o le des mamadera o Nestum), que no le hagas tanta upa, que le pongas límites, que lo dejes llorar, que “establezcas rutinas adecuadas de comportamiento” y no sé qué más! Te dicen tantas cosas contradictorias y una, primeriza, duda. Porque todas dudamos. Aunque hayamos leído setecientos libros y estemos convencidas de algunas cosas, en el fondo dudamos mucho más de lo que quisiéramos.
#SerMadres nos cambia la vida
A pesar del famoso saber popular que reza que la maternidad te cambia la vida; yo solía ser arrogante. Era de esas que pensaban que cualquiera puede ser madre, que no es algo especial, que el embarazo es natural y sencillísimo y que iba a poder con todo. Embarazada de 8 semanas, me fui de viaje sin pensarlo demasiado. “Estar embarazada no es estar enferma”, me había dicho el obstetra.
¡Abajo las #MadresPerfectas!
Las escuchás en el súper, en el colectivo, en el pediatra. Son las famosas #MadresPerfectas. Gustan mucho de la comparación. “Juancito a los 11 meses ya caminaba perfecto, ¿Santi todavía nada?” -te dicen con falsa preocupación, regodeándose por dentro. Claro -pensás- aprendió a caminar para escaparse de vos.
¿Nuestros hijos se portan mal?
¿Qué es portarse mal? Le pedí a varios de mis amigos con hijos de entre 3 y 5 años que les preguntaran a los chicos justamente esto: ¿qué es portarse mal? Las respuestas fueron diversas (cruzar la calle, pegar, gritar) pero todas tenían algo en común: antes que nada todos mencionaron algo del estilo “cuando me retás”. El acto de portarse mal y la verdadera causa se desdibujaban, y lo que cobraba real importancia era el reto en sí mismo, la mirada adulta.